Subida al Torreón. Parque Natural de Grazalema

0
- Publicidad -

viajesEl techo de la provincia de Cádiz

Son las ocho de la mañana y hay un cielo azul sin nubes, es un día ideal. Corre una pequeña brisa, brisa que nos hace despertar, y yo, preparado, voy a emprender mi primera ruta con este grupo, grupo ante todo de personas que aman la naturaleza, la respetan y la cuidan, y yo al igual que ellos, como objetivo nos hemos marcado recorrer y conocer muchos rincones de nuestra tierra, esta tierra tan bella que es Andalucía, pero por qué no, también conseguir otros logros fuera de nuestra frontera, en otras comunidades, en otros países, y claro que sí, en otros continentes. Porque en definitiva solo hay un mundo, único y nuestro, y debemos intentar descubrirlo poco a poco.

FICHA TÉCNICA DEL VIAJE
Altitud: 1654 m. Recorrido: 2,7 km.
Tiempo de subida: 2 h y 30.
Tiempo de bajada: 1 h y 30.
Desnivel: 770 m.
Como llegar: Carretera Benama
homa-Grazalema Km 40. Dificultad: Media-alta

Somos treinta y cuatro los que partimos para esta pequeña aventura: mayores y jóvenes, hombres y mujeres, expertos e inexpertos, pero todos con la misma ilusión, coronar la cima más alta de la provincia de Cádiz, el Torreón.
viajesSon las diez y veinte; ubicados en el kilómetro 40 de la carretera que une Benamahoma con Grazalema, en la parte derecha de la misma, una pequeña explanada hará de aparcamiento. Una vez estacionados nuestros coches, justamente en frente y al otro lado de la carretera, un pequeño cartel nos indica el inicio del camino. Tras pasar una cancela, el sendero empieza a subir. Sí, subir sin tregua, sin pausa, sin un solo llano, siempre subir. Fuertes pendientes a veces, otras no tanto, pero siempre subir, subir hasta alcanzar casi los 800 metros de desnivel.
El ritmo de cada uno es único y personal, hay quien puede, hay quien le cuesta, hay quien le sobra, pero hemos venido en grupo, y el grupo tiene que llegar.
Tras media hora de subida, muchos de ellos se quedan rezagados, y el camino serpenteante hacia la cima se convierte en un rosario de senderistas de muy distinto nivel.
Atravesando algún pequeño bosquecillo,  el sendero sigue subiendo, y la vista de los valles y otras cimas cada vez se hace más espectacular. A lo lejos, manchas blancas dispersas de un blanco intenso contrastan sobre prados verdes, estos blanquísimos lugares no son más que muchos pueblos que circundan la zona y son bien conocidos como la ruta de los pueblos blancos de Cádiz.
A nuestras espaldas, la impresionante vista del corredor del Boyar y el salto del Cabrero nos animan para seguir subiendo y recompensar el esfuerzo.
Con mi compañero Víctor vamos controlando las distintos desniveles que aún nos faltan por superar (recordemos que en esta ruta es más importante el desnivel que la distancia).
Ya a unos 1.100 metros de altura la aparición de algunos pinsapos huérfanos y dispersos entre cientos de encinas nos alientan en la fuerte subida. Junto al camino,  y en las zonas más húmedas, grandes familias de setas intentan ocultarse entre el follaje, mientras el arrastrar de algunos pequeños roedores dan vida y belleza al camino.
Ya son las doce, y una pequeña parada para reponer fuerzas vendría bien, además para  reagrupar a los distintos compañeros que han quedado dispersos a través del camino. Durante una hora la llegada de unos y otros es casi permanente, estamos a 1.530 metros de altura y ya queda poco por llegar.
Tras un pequeño llano formado en una especie de hondonada y rodeado de grandes rocas, nos adentramos en el último alivio antes de la recta final.
A partir de aquí el camino desaparece, y tenemos que aventurarnos entre las grandes grietas y buscando casi de forma desesperada alguna señal que nos marque el camino de subida. Sobre grandes rocas, los pequeños montículos de piedras nos avisan de que estamos en el sendero correcto.
El viento racheado mueve las nubes hacia nosotros, y subiendo de forma escalonada a la cima, dejamos un gran manto blanco de nubes bajo nuestros pies.
Sobre las trece y quince llegamos a la cúspide. Aquí la vista es espectacular. Da igual hacia donde mires, tú, girando la cabeza lentamente como las agujas de un reloj, intentas perpetuar en una secuencia de imágenes toda esta gran belleza.
Debajo, el gran bosque de pinsapos duerme tranquilo tras la sombra del imponente torreón, a lo lejos Zahara de la Sierra, oculto por su monte protector, y su embalse, que en los días de calor da frescura a la gente de la zona. Prado del Rey, Ubrique, El Bosque, Bornos, Algodonales y otros tantos pueblos que salpicados por los campos hacen que este lugar tenga una belleza innegable. Los montes de África, la costa, e incluso dicen que en los días más claros, la ciudad de Sevilla son  alcanzados en el horizonte.
   Arriba, en un pequeño llano protegido con algunas paredes de piedra improvisamos nuestro particular “salón comedor”. Comimos, charlamos, reímos y, en definitiva, convivimos durante la hora y media que allí estuvimos.
   La bajada es para muchos un calvario, para otros un paseo, y para otros tantos tiene cierta dificultad, pero seguro que para todos supone una gran satisfacción.
   Subir para disfrutar, para vivir, para conocer. Bajar para pensar, para reflexionar, para sentir, y sobre todo para amar y respetar este nuestro mundo. 

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!