Vieja historia, nuevo envoltorio

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cineHAPPY FEET

Ya es Navidad en los cines. De hecho, ya hace un par de semanas. Y como siempre por estas fechas llegan a las salas numerosas películas (la mayoría de ellas de escasa entidad), y que ocasionalmente tratan de temas navideños, o transcurren en esta época del año, o están dirigidas exclusivamente a todo aquel que tenga la suerte de tener vacaciones y varios días libres en los que salir a comprar a grandes centros comerciales con multisalas que aprovechan el hecho para hacer su agosto en pleno diciembre (y eso que todavía faltan un par de semanas para las vacaciones).

Estados Unidos-Australia, 2006.
Título original: Happy feet.
Director: George Miller.
Producción: Doug Mitchell, George Miller y Bill Miller.
Guión: George Miller, John Collee, Judy Morris y Warren Coleman.
Música: John Coleman.
Duración:  108 minutos.
Intérpretes (voces, V.O.) : Elijah Wood, Robin Williams, Hugh Jackman, Nicole Kidman, Brittany Murphy, Hugo Weaving, Anthony LaPaglia, Magda Szubnski, Steve Irwin.

Una de esas películas es Happy feet, dirigida a un público eminentemente infantil que muy probablemente no comprenderá el mensaje último que transmite la cinta, a pesar de que sea demasiado explícito para lo que sería deseable en una cinta que se pretenda ‘seria’, y en lo que solía ser habitual en la filmografía de George Miller, un director que ha cambiado radicalmente de registro desde que, hace ya bastantes años, fuera el responsable de la trilogía Mad Max (aunque su última obra fue Babe, el cerdito en la ciudad).

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En la tierra de los pingüinos, en la lejana y fría Antártida, todos encuentran pareja gracias a una canción propia, que cada individuo debe encontar en su interior. Todos y todas son expertos en el arte de la canción. Un día nace Mumble, un pingüino que no sabe cantar, pero que muestra una gran habilidad para el baile (en concreto el claqué), lo que será visto por los miembros más conservadores de la sociedad como una posible rebelión que será preciso atajar, y desde su infancia será marginado por casi todos, excepto por su madre (Norma Jean, con la voz original de Nicole Kidman, que vuelve a cantar tras hacerlo en Moulin Rouge) y Gloria (Brittany Murphy, la única de las voces originales que no pone su voz a las canciones de su personaje), una compañera de clase.

A fin de cuentas, lo que nos cuentan aquí no es más que la historia del patito feo que al final se descubre como un cisne. La novedad es el modo (técnico) de contarlo. Es decir, que nos presentan un regalo mil veces visto, con un envoltorio novedoso (no es habitual la movilidad que presenta la cámara en cada plano en el cine de animación convencional), con un hiperrealismo que cada vez se acerca más al original (llegará el día, y será muy pronto) en que no podamos discernir el original de la copia.

El reparto (en el original) es sencillamente espectacular. Quizás los menos conocidos por el gran público sean Hugo Weaving, el malo de Matrix, y Anthony LaPaglia, el protagonista de la serie Sin rastro.

Happy feet es un musical para niños, que no entenderán todo el mensaje que se quiere contar, que cuenta con un final (esa proclama ecologista tan exagerada y tan poco acertada) demasiado explícito, y con la presencia de humanos reales en una secuencia que no acaba de convencer. 

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