Día 27 de septiembre a las 12:10 horas. Paseo con mi hijo de seis meses por la Avda. de Europa junto al Parque Municipal de los Pinos en Montequinto. Me cruzo con otros padres que también pasean con sus bebés. Hace sol y corre un suave viento que alivia el calor. El Parque está cerrado y paseo por la acera. Mi hijo va mordiendo, alternativamente, su mordedor y el chupete. En un momento dado, siento sobre la cara y los brazos una fina lluvia de gotas minúsculas. Miro a mi alrededor y, ¡horror!, están fumigando las copas de los pinos y nos ha llegado una “andanada” de pesticida. Salgo corriendo para huir de la zona y rápidamente le quito a mi hijo sus juguetes.
¿Avisó el ayuntamiento de que iba a fumigar? (¡vivo frente al parque y nadie nos había avisado!). En el caso de que lo hubiese hecho, ¿A quién? ¿Qué procedimiento utilizó? ¿Por qué no ha puesto carteles advirtiendo de ello? ¿Por qué se fumiga un día con viento? La dispersión del pesticida es mayor cuando se fumiga a 15 ó 20 metros del suelo que si se hace a ras del mismo.
¿Por qué no se dejó un perímetro de seguridad (además de, como se hizo, cerrar el parque)? ¿Por qué no se puso a un operario advirtiendo a los transeúntes que paseábamos por allí? ¿Qué producto se ha utilizado?… Por si fuese poco, además de la exposición a los contaminantes habituales, del ruido existente en la zona, de la suciedad de las calles… se nos “obsequia” con pesticidas directamente en nuestra piel, boca y vías respiratorias. Lo dicho, la salud de los ciudadanos no les interesa, ni al ayuntamiento y a las empresas de jardinería que trabajan para él.
