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Si hay una estampa de corte clásico en las jórnadas de vísperas de la Semana Santa de Dos Hermanas esa la depara, sin duda, la salida procesional de Tres Caídas. Es la agrupación parroquial más veterana, y este clasicismo estuvo muy presente en este nuevo encuentro con los cofrades nazarenos.

El Sábado de Pasión comenzaba en Dos Hermanas a las cinco de la tarde en las inmediaciones de la Parroquia de San José. Una salida diferente, por la peculiaridad de las dimensiones de este templo provisional, cuya primera llamada al paso de misterio la hizo el párroco, Leonardo Javier Giacosa. El capataz, Fernando Martos Varela, se la quiso dedicar por la importante labor que tiene por delante al frente de este templo en plena fase de desarrollo.

Con el paso arriba, tras la colocación de la corona de plata sobre las sienes de María Santísima de la Paz y de la parta alta de la Cruz sobre el Cristo de las Tres Caídas, la Agrupación Musical Nuestra Señora de Valme comenzó su repertorio musical, marcado en este Sábado de Pasión por marchas de cortes clásicos y que llevaban la firma de esta formación musical nazarena.

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Mientras se tocaba Al Señor de las Tres Caídas y Consuelo y Esperanza, el paso de misterio, con un bonito exorno floral en tonalidades rojas, moradas y blancas, salió del patio delantero del templo y se adentraba en la Plaza Rafael Ruiz Perdigones, siguiendo su caminar en busca de su barrio a los sones de Oh, pecador. Como ya hiciera el pasado Sábado de Pasión, la agrupación se acercó a la barriada de Las Infantas antes de dirigirse a uno de sus puntos claves de la jornada: el Parque Municipal de La Alquería, que atraviesa para volver al templo por su otro barrio, el de La Moneda y Las Cruces.

A lo lejos se escuchaba el Creo en Jesús de la agrupación de Valme y el paso con el Señor caído al suelo, mientras es ayudado por Simón de Cirenes ante la atenta mirada de la blanca Virgen de la Paz, se acercaba a la entrada del parque. Al no haber entrado aún en vigor el horario de verano, previsto para la madrugada del Domingo de Resurrección, el paseo por el principal espacio verde de la ciudad se hizo bajo el oscuro manto negro de la recién caída noche, dándole un aspecto más romántico, si cabe.

Tras sonar Oh, bendita Estrella, el Misterio de Tres Caídas atravesó el parque dejando un buen regusto entre el público allí congregado. A su personal manera de andar, se sumó un repertorio de marchas clásicas y de tinte alegre, que pusieron la guinda al momento. Mucho público en este punto del recorrido para disfrutar de uno de los momentos claves de las jornadas de vísperas de la Semana Santa nazarena.

Con la parroquia al fondo esperando la llegada de sus titulares, el paso por la barriada de La Moneda también tiene un sentir especial, es el momento en el que la cofradía se vuelve a hacer barrio, vuelve a su esencia, con ese pellizco que siempre dejan las despedidas hasta el año próximo. Nadie se quiere perder estos últimos momentos junto a su Cristo y su Virgen, caminando a su lado hasta la parroquia, donde ya comienza el final.

Pero antes, apoteósico final con cinco marchas entrelazadas para acompañar al paso hasta su entrada. Desde la chimenea, A.M. Valme interpretó Reo de muerte, Madre, Alma de Dios, Nuestro Padre Jesús de la Victoria y Paz.

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