Comerse el mundo

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Película El FundadorEL FUNDADOR

El famoso (y quizás algo manido) sueño americano, el hombre que se hizo a sí mismo, creando un imperio desde la nada, es la base sobre la que se sustenta este biopic intenso, pero en realidad mediocre, bien diseñado e interpretado, y dirigido de forma decente. El problema es que, como en otras muchas ocasiones, ese sueño viene acompañado de una falta de escrúpulos, de una estafa, y de un impresentable al que la película glorifica (las imágenes reales del final de la cinta demuestran que el verdadero protagonista era solo un tipo más bien vulgar con suerte).

{xtypo_rounded3}Estados Unidos, 2016 (115′)
Título original: The founder.
Dirección: John Lee Hancock.
Producción: Don Handfield, Aaron Ryder.
Guión: Robert Siegel.
Fotografía: John Schwartzman.
Música: Carter Burwell.
Montaje: Robert Frazensd.
Intérpretes: Michael Keaton (Ray Kroc), Nick Offerman (Dick McDonald), John Carroll Lynch (Mac McDonald), Linda Cardellini (Joan Smith), B.J. Novak (Harry J. Sonneborn), Laura Dern (Ethel Kroc), Justin Randell Brooke (Fred Turner), Kate Kneeland (June Martino), Patrick Wilson (Rollie Smith).{/xtypo_rounded3}

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Ray Kroc era un vendedor de batidoras cincuentón que, a mediados de los años cincuenta del pasado siglo, casualmente, conoció a los hermanos Mac y Rick McDonalds, que llevaban una hamburguesería en San Bernardino, al sur de California. Impresionado por la rapidez y efectividad del servicio de cocina ideado por los hermanos, visualizó el potencial de la franquicia y hábilmente se fue posicionando hasta hacerse con el control de todo y arrebatarles el negocio a los hermanos que lo crearon, llegando a obligarles a cambiar el nombre de su propio restaurante, y crear el imperio que es hoy. Así nació McDonalds.

El fundador, interpretada por un soberbio Michael Keaton, podría haber sido una crítica feroz del capitalismo, de como a algunos desalmados no les importa pisotear y pasar por encima de quien sea, de machacarlos si es necesario, para cumplir su sueño. Pero, en muchos momentos, más parece lo contrario, que se alabe ese comportamiento, que se le rinda loa y pleitesía a aquellos que a los que no les importa el resto de la humanidad con tal de lograr lo que persiguen. Y así transcurre todo, sin saber muy bien cómo definirse, si del lado de la crítica a Kroc o del de su endiosamiento.
Además, la cinta bordea peligrosamente la línea que separa la mencionada sátira de la publicidad. Y aunque está bien construida, se queda lejos de lo que pudo haber sido.

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