Vida enamorada

0
- Publicidad -

(Juan 15, 9-17) EL AMOR no es fácil de encerrar en palabras; ni siquiera en sentimientos. Quizás porque hay muchas formas de amar, amor a los hijos, amor a los amigos, amor de enamorados, amor a quien me encarga alguien que aprecio mucho… Como lo más transparente, es más difícil de ver mientras más cerca se le tiene. Como lo más necesario, sólo se valora en su verdad cuando nos falta. Como lo más sutil corre el peligro de romperse si lo quitamos del centro de nuestra vida.

Jesucristo, nuestro Dios y Señor presente en nuestra vida por la resurrección, nos alienta a amar. Y digo alienta porque el amor no se puede mandar. A amar no se manda, ni nos podemos forzar. A lo más podemos permanecer abiertos a la llamada del amor, quitar estorbos (rencores, superficialidad, egoísmos) que nos impiden dejarnos envolver por su impulso. 

Pero cuando optamos por vivir desde el amor, injertados en Quien nos hace madurar y dar fruto, todo se hace relativo y buscamos ponerlo en armonía con el Amor que se nos entrega. Ya todas las capacidades que tenemos queremos que ayuden y sirvan y alegren a los hermanos; dejamos de tolerarnos rencores y enfrentamientos que, como malas yerbas, nos hacían estériles; dejamos de ser nosotros los importantes para que el otro crezca y ame también. Dejamos de llamar amor a lo que sólo es aprovecharnos de quien nos necesita; a lo que es sólo necesidad de ser importante para los demás.

- Publicidad -

Hay algo tan difícil e importante como amar: enseñar a amar a quien queremos; suscitar el amor en quien amamos; mostrar a los otros que el camino de la Vida Resucitada es camino de amor, que se entrega y acoge, que se alegra al contemplar a quien ama.

 

- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!