Hace 34 años que, el pueblo andaluz aprobó en Referéndum su primer Estatuto de Autonomía, (28 de Febrero 1980). Dos años antes, el pueblo andaluz junto al resto de españoles, aprobaron la Constitución Española 6 de diciembre 1978.
En su ya larga historia, aquellos fueron dos momentos de una enorme transcendencia e importancia para la vida de los andaluces/as; ya que, la Andalucía de aquella época era una región de las más pobres y atrasadas en España.
El segundo Estatuto andaluz, se aprueba en el año 2007, 27 años más tarde que el primero, tiempo suficiente para adecuarlo a los cambios que en Andalucía se produjeron. Uno de los párrafos del preámbulo dice lo siguiente: “si durante el último cuarto de siglo se han producido transformaciones intensas en el mundo, estos cambios han sido particularmente acentuados en Andalucía, donde en ese periodo hemos pasado del subdesarrollo económico y cultural a un panorama similar al de las sociedades más avanzadas, como ejemplifica la inversión de nuestros flujos migratorio”.
Los cambios producidos en los 34 años no han sido un regalo de los gobernantes, son el fruto del sacrificio de miles de andaluces que durante muchos años se han dejado la piel, y muchos otros la vida, en una lucha diaria y permanente por salir del subdesarrollo al que ha sido sometida durante siglos, por la alianza de una clase reaccionaria que han tenido dominada Andalucía.
El Estatuto de Andalucía, así como, la Constitución Española, son dos herramientas de extraordinario valor de la que disponen los andaluces para que las nuevas generaciones de políticos jóvenes, recogiendo lo mejor de las experiencias de esas luchas, puedan seguir mejorando, consolidando, avanzando, y cambiando, si la situación lo exige, una sociedad de progreso en lo político, económico y cultural; desarrollando y organizando e integrando, la participación de la ciudadanía en el conjunto de la política andaluza.
En este último periodo de crisis que dura ya 7 años; Andalucía, con cerca de 9 millones de habitantes, ha sido dirigida en estos últimos 3 por un gobierno de izquierdas (PSOE e IU), sobre la base de un ambicioso acuerdo programático y de progreso en consonancia con el Estatuto de Autonomía. Desde su gestación y su nacimiento, este gobierno tuvo muchos enemigos empeñados en su desaparición tanto dentro como fuera de Andalucía; siendo el principal enemigo el PP, su gobierno de España además de los poderes facticos, y la llamada Troika en la UE. Desde el interior de los dos partidos que componían el gobierno, la lucha por su ruptura no ha sido menor, contribuyendo a su desaparición por la lentitud en su puesta en práctica de unos, y el sectarismo e izquierdismo de otros.
Ante tantas dificultades para llevarlo a buen puerto, hay que poner en valor el esfuerzo desarrollado por las partes más conscientes de los dos partidos, siendo el tiempo el que valorará con toda seguridad la validez del Pacto, y la importancia de la unidad de las dos fuerzas políticas de izquierda largamente deseada por los andaluces progresistas. La voluntad y empeño por llevar acabo el Pacto por el gobierno, ha quedado frustrado con una ruptura tan inoportuna en estos momentos tan difíciles por los que atraviesa Andalucía. Es incomprensible para muchos andaluces, y una contradicción, que se esté continuamente, reclamando por todos los grupos de izquierda la unidad de la misma e, inoportunamente, se rompa el único acuerdo unitario existente con capacidad para ir recomponiendo, los desastres, de la política reaccionaria de recortes practicada por el gobierno de Rajoy y asentando un nuevo modelo productivo que continúe transformando Andalucía como plantea el Estatuto aprobado el año 2007.
Las próximas elecciones del 22 de marzo, causadas por la ruptura del Pacto, tendrán como consecuencia la aparición en escena de nuevos actores políticos. Gran parte de los contenidos de los Pactos siguen teniendo vigencia, no sería realista no tener en cuenta que para poder llevarlos a cabo se necesita una fuerte correlación de fuerza de izquierdas y que ninguna en la actualidad tienen por si sola (o al menos las encuestas así lo indican).
En un principio es un grave error empezar de antemano, por rechazar posibles acuerdos entre las diferentes fuerzas políticas de izquierdas, bien sean para gobernar, o para llegar a acuerdos puntales que permitan su puesta en práctica mejorando la vida de los andaluces.
El interés de los andaluces está por encima de los intereses de partido, y aquel o aquellos que los antepongan a sus intereses particulares cometerán un gravísimo error que no será perdonado por los andaluces. Las fuerzas políticas deben ser realistas, aquilatar bien sus ofertas, no presentar programas que si llegasen al gobierno, no puedan poner en funcionamiento y con ello vuelvan a crear una nueva frustración en la ciudadanía que pone su esperanza en las fuerzas de progreso andaluzas.