1898. Un soldado nazareno, testigo en La Habana del hundimiento del “Maine”

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1898. El Maine, bajo el agua

Antonio Alanís lleva 4 años combatiendo en Cuba, donde ha contraído el vómito negro y ha salvado la vida de forma milagrosa

La Guerra de Cuba sigue siendo vivida en primera persona por soldados de Dos Hermanas. Algunos han pagado la lucha por la última de nuestras colonias con enfermedades e incluso con su vida: recordemos los casos de los quintos Juan Muñoz Rivas, José Ruiz Avilés o el recientemente fallecido en la batalla de Santa Clara, José Agustín Gutiérrez Franco.  Otros siguen luchando en primera línea.

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Especialmente llamativo es el caso de Antonio Alanís Jiménez (1,82 de estatura), nazareno de la familia de los “Cojollos”, nacido en la calle Marea, en el corral de vecinos de la Plazoleta. A sus 22 años cumple ya su cuarto año en Cuba, donde ha vivido multitud de vicisitudes, salvando la vida milagrosamente. En 1894 participó en más de 40 combates contra los insurrectos cubanos y más tarde cayó enfermo del “vómito negro”. Un médico sevillano, el capitán Sangrán, le salvó la vida.

Un plato de latón le vuelve a salvar
El bravo soldado Alanís volvió a la primera línea de batalla. El 10 de octubre de 1896 participó en un esporádico ataque en Punta Brava. Tras tres horas de combate cuerpo a cuerpo , las tropas españolas mataron al general Maceo, uno de los líderes cubanos. En esta ocasión lo que salvó la vida al soldado nazareno fue un plato de latón que llevaba en la mochila. Ahí fue donde un mambís cubano descargó su machete. .

Durante 1897 ha combatido en todos los frentes (Oriente, Camagüey, Matanzas, Pinar del Río…) aunque en los últimos meses las fuerzas españolas se han atrincherado en La Habana. Ahí es donde, el pasado 15 de febrero, Antonio Alanís, estando de posta en el Castillo del Morro, vio con sus propios ojos la explosión del acorazado estadounidense “Maine”.  La prensa norteamericana se ha apresurado a culpar a España del hundimiento de su barco, y se teme que con esa excusa nos declare la guerra. La situación de nuestro soldado y de tantos otros  es ahora incierta. Esperemos su pronto y feliz regreso.

1898. José Tinoco

{xtypo_code}La bronquitis salvó del frente a José Tinoco
Las bajas de la Armada Española en la Guerra de Cuba se cuentan por miles, si bien es verdad que la principal causa de muerte no es el frente sino las enfermedades. Contamos aquí el caso de otro nazareno, José Tinoco, de 23 años, que ha sido repatriado a España para recuperarse de una bronquitis asmática contraída en la todavía colonia española. En Cuba fue acogido durante su enfermedad por una familia a la que tomó cariño, tanto cariño que se enamoró de la señorita que le cuidaba. A su regreso a Dos Hermanas, llegó decidido a recabar los papeles necesarios y regresar a Cuba para casarse con su enamorada, pero su madre le ha rogado que no vuelva y parece que, de momento, le ha convencido.
Se da la circunstancia de que José Tinoco Rodríguez (en la foto) hacía el servicio militar en Madrid cuando lo llamaron para combatir la insurgencia en Cuba. Aunque sus padres y hermanos reunieron el dinero suficiente para pagar la cuota y salvarlo del frente, José se negó y decidió ir a Cuba voluntariamente.{/xtypo_code}

 

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