Una multitud acompañó al féretro al cementerio de Sevilla y silbó al verdugo, llegado de Madrid
Un hondo alarido de piedad se escuchó ayer entre el público que rodeaba el edificio de la cárcel de Sevilla cuando fue izada la bandera negra. Significaba el fin de la vida de Antonio Gómez Rivera, ‘El Herrero’, ejecutado en el patíbulo por asesinar, junto a otros dos cómplices, a dos guardias civiles en el tren mixto de Dos Hermanas a Jerez.
Los hechos ocurrieron el pasado día 23 de octubre de 1908, cuando los guardias civiles Jerónimo Rodríguez y Antonio Márquez trasladaban a tres presos desde Sevilla a la cárcel de El Puerto de Santa María, donde cumplirían sus penas por diversos robos. Aunque iban atados por los pies, en un momento de despiste de los guardias, los tres presos les atacaron y los mataron con sus propios machetes.
Saltaron del tren entre El Cuervo y Jerez y, como iban armados con los maussers de los guardias, su fuga se convirtió en tema de seguimiento en la prensa nacional. Sus compañeros de fuga, Laureano Conejero y Juan Martín ‘El Cojo’, fueron apresados antes y ejecutados hace unos días.
Dos Hermanas ha saltado a primera línea de la actualidad por ser de aquí buena parte de la familia de ‘El Herrero’, quien en su huida se refugió un tiempo en la casa de su hermano en el municipio nazareno. Precisamente suhermano fue la última persona en ver con vida al reo en la capilla. Después de charlar con él y despedirse entre abrazos y lágrimas, ‘El Herrero’ le dio una carta que escribió para su madre junto con 22 pesetas.
{xtypo_code}Su última foto
Esta fotografía con grilletes en los pies, tomada por el reportero gráfico Olmedo, es la última que se le ha tomado con vida a ‘El Herrero’.
Aunque su juicio es el que más se ha prolongado, finalmente acabó igual que sus dos cómplices: en la horca del patio de la prisión de Sevilla tras el golpe de gracia de un verdugo enviado expresamente desde Madrid y que fue silbado a su llegada. ‘El Herrero’, moreno de ojos azules, ha suscitado la simpatía de los sevillanos, que han seguido el juicio con mucho interés. Cuentan que, en los minutos previos a la ejecución, arrojó al suelo el pañuelo que tenía al cuello y sostuvo un crucifijo que le colocaron los frailes entre las manos. Descanse en paz.{/xtypo_code}
