Mil películas en una

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1101HOLY MOTORS

Era una de las películas más esperadas desde hacía mucho tiempo. Y es que, el que en otro tiempo fue el enfant terrible del cine frances ha tardado trece años en presentarnos su nuevo largometraje, esta magnífica, soberbia, inmensa, Holy motors. Estamos ante una cinta inclasificable, que trasciende los géneros, que fluctúa entre ellos, y que es más una experiencia sensorial apabullante, que resulta hipnótica desde el primer momento. Es difícil de explicar de qué va, qué quiere contar. Hay tantas interpretaciones como espectadores, y aunque a lo largo del metraje se van dando pistas , hay que recurrir también a elementos externos para entender al menos una pequeña parte de todo lo que se incluye .

{xtypo_code}Francia-Alemania, 2012. (115′)
Escrita y dirigida:  Leos Carax.
Producción: Martine Marignac, Albert Prévost, Maurice Tinchart.  
Fotografía:  Caroline Champetier.
Montaje: Nelly Quettier.
Intérpretes: Denis Lavant, Edith Scob, Eva Mendes, Kylie Minogue, Elise Lhomeau, Jeanne Disson, Michel Piccoli, Leos Carax, Nastya Golubeva Carax, Zlata, Geoffrey Carey, Annabelle Dexter-Jones.{/xtypo_code}

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La cinta comienza con el propio director (Leos Carax) despertando (o no) de un mal sueño en una extraña habitación de hotel con vistas a la noche de París. Explorando la habitación encuentra una cerradura oculta en la pared, que abre con su dedo, ahora reconvertido en llave. Llega a una sala de cine repleta de espectadores aborregados, inexpresivos, dormidos, sin mirar a la pantalla. Y entonces entramos en la película, y seguimos un día en la vida de Monsieur Oscar, un ser con múltiples vidas, que viaja de una a otra como si fuesen citas.

Lo que vemos en pantalla es una serie de representaciones, un hombre (impresionante Denis Lavant, habitual compañero de Carax) que realiza una serie de performances a lo largo de la ciudad. Cada día nuevos personajes que no conoce hasta justo el momento de hacerlos; trasladándose de una a otra en una lujosa limusina que hace las veces de vestidor. ¿Quién está detrás, para quién representa esos personajes? Ni idea. Lo único que sabemos es que Oscar, ya no disfruta como antes, porque echa de menos las cámaras, que ya son tan pequeñas que apenas pueden verse. Sólo lo sigue haciendo por “la belleza del acto”.

¿Qué es lo que quiere contarnos Holy Motors? Es una película autoreferencial, no sólo en lo que al cine de Carax se refiere, sino incluso consigo misma. Pero va más allá: es un canto al cine, un homenaje a un arte en el que los franceses son maestros; desde las cronofotografìas de Etienne-Jules Marey, a La belle et la bête de Jean Cocteau; de Los ojos sin rostro de Georges Franju, al cripticismo de David Lynch, o la japonesa Godzilla, cuya banda sonora se usa en el filme.
Holy Motors es una película valiente y arriesgada, diferente, cinéfila, con numerosos momentos brillantes. Puede ser un canto al cine; o puede que no sea más que un sueño; o puede que sea la visión del actor-total que vive (puede vivir) mil vidas, y a veces no sabe cuál es la verdadera; o a lo mejor no es más que un grito de dolor de Carax (cuya mujer, Yekaterina Golubeva, murió pocos días antes de comenzar el rodaje, y a la que está dedicada la película, además, la hija de ambos también aparece, interpretando a la hija adolescente de uno de los personajes)… O puede que sea todo ello. Y mucho más.

Es una película que debe vivirse. Hay que aceptar las reglas y dejarse llevar. Y disfrutarla.

 

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