Simplicidad

0
- Publicidad -

(Marcos 12,28-34) A VECES queremos mirar al otro sin que Dios esté presente, sin tener en cuenta el abismo de amor que nos constituye. Así nos engañamos y buscamos impunidad al manipularlo, al explotarlo, al destruirlo. Otras veces buscamos una relación con Dios, o con lo sagrado, sin que los otros estorben nuestras peticiones, nuestras sensaciones; lo queremos para nosotros solos, para pedirle, para sentirlo, para que nos salve.

Pero el Dios de Jesucristo no es así. La religión cristiana–religación con la realidad en la que nos configuramos como seres con libres  y con dignidad de hijos—no es así. Jesucristo nos enseña que la fe en Dios nos enrumba hacia el hermano, sobre todo cuando sufre o está en debilidad; querer relacionarnos con el otro al margen de Dios, supone correr el serio riesgo de endiosarlo o cosificarlo, de ponerlo a nuestro servicio o buscar servilmente su aprobación. Sin mirar a los ojos al hermano no podemos dejarnos mirar por Dios. Sin levantar nuestros ojos a Dios, no podemos intentar mirar limpiamente a nuestro hermano.

No, no somos complicados; nuestra vida es simple en sobremanera: “Amarás al Señor sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.

- Publicidad -

No son dos mandamientos, son uno y el mismo. No es del todo cierto que Dios nos mande amar y ayudar al hermano. No es del todo cierto que amar al hermano sólo lo podamos hacer desde Dios. La verdad más cierta es que Dios es amor, y que sólo en ese amor nosotros somos. Muchas veces queriendo pensar a Dios lo dejamos fuera de nuestras ideas y conceptos.

No lo pienses, ama y déjate llevar.

 

- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!