A tiros por Madrid

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1101LA FRÍA LUZ DEL DÍA

Si los grandes genios, o al menos los directores que tienen un nombre y una reputación por todos conocida y respetada, se equivocan, o patinan de vez en cuando (Woody Allen creó la aburrida Cassandra’s dream; Spielberg todavía es recordado por la infumable Amistad; Coppola perpetró aquella insufrible Tetro…), los actores no van a ser menos. Es más, ellos y ellas lo hacen con mayor frecuencia. Y que dos veteranos intérpretes tan taquilleros (Bruce Willis) y/o respetados en el mundillo (Sigourney Weaver) estén detrás de un proyecto no es ya garantía de éxito, y mucho menos de calidad. Esta, La fría luz del día, es un claro ejemplo de lo que hablo.

{xtypo_code}Estados Unidos, 2012 (93′)
Título original: The cold light of day.
Dirección: Mabrouk El Mechri.
Producción: Marc D. Evans, Trevor Macy.
Guión:  Scott Wiper, John Petro.  
Fotografía: Remi Adefarasin.
Música: Lucas Vidal.
Montaje: Valerio Bonelli.
Intérpretes: Henry Cavill (Will Shaw), Bruce Willis (Martin Shaw), Sigourney Weaver (Jean Carrack), Verónica Echegui (Lucía), Joseph Mawle (Gorman), Caroline Goodall (Laurie Shaw), Rafi Gavron (Josh Shaw), Emma Hamilton (Dara), Michael Budd (Esmael), Roschdy Zem (Zahir), Óscar Jaenada (Máximo).{/xtypo_code}

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La película, que desarrolla toda su acción en una España de pandereta, es de lo peor que se ha visto en las pantallas en mucho, mucho tiempo. Todo falla en la cinta, desde unos intérpretes desganados, que apenas hacen acto de presencia, sueltan sus frases sin que nadie se crea nada; a una fotografía que es todo un despropósito; o un guion con mil agujeros que ni explica nada ni tiene nada que explicar; o un montaje torpe y deslavazado, creador de infinitos errores de continuidad…
Esta cinta de espías y venganzas es pura incongruencia, puro sinsentido, un batiburrillo de mil elementos enlazados sin orden ni concierto, sin la más mínima lógica. Al protagonista le disparan, se cae de un quinto piso dando un tremendo (obvio) golpe en el suelo, pero se levanta y huye en moto, claro que tiene un accidente, y después otro de coche con varias vueltas de campana en pleno centro de Madrid… y no le pasa nada de nada. Un par de arañazos, eso es todo. En el bando de los malos, alguien se pone a disparar a todos los viandantes que le salen al paso sin que haya una explicación (plausible o no) para ello, sólo porque sí.

El personaje en el que se centra la publicidad de la peli (sí, voy a destripar parte importante de la misma), es decir Bruce Willis, muere antes de la media hora (puede que el presupuesto no diera para más). Dos coches se estrellan y vuelcan aparatosamente en una plaza de la capital sin que aparezca un simple policía ni nadie se acerque a ver qué ha ocurrido. Un grupo de americanos buenos, otro grupo de americanos malos, y un grupo armado israelí se enzarzan a tiros, invaden una plaza madrileña, sin que nadie se extrañe, y sin que (de nuevo) las fuerzas del orden hagan acto de presencia. Los únicos policías patrios que vemos son unos gordos y sudorosos que juegan a las cartas, que quieren detener y golpear al protagonista (¿el motivo?, ni la más mínima idea) cuando este va a denunciar el secuestro de su familia.

En definitiva, una insufrible, insoportable, innecesaria cinta, que no aporta nada, que es todo un despropósito, en el que nada es destacable, ni artística, ni técnica, ni argumentalmente, porque carece de todo lo que cualquier película debe tener, ni talento, ni historia, ni una cierta lógica interna, ni nada de nada de nada.

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