Remordimientos y venganzas

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1101SIN RETORNO

Historias de remordimientos y de venganzas, de miedos y de casualidades, y también de mentiras, y de cómo se puede construir una vida en torno a ellas. Sin retorno, debut en la dirección del hasta ahora ayudante de Marcelo Piñeyro, Miguel Tohan, fue la triunfadora (según cuentan los que estuvieron por allí, justa vencedora) del pasado Festival de Cine de Valladolid.

{xtypo_code}España-Argentina, 2010.
Director: Miguel Cohan.
Producción: Mariela Besuievski, Gerardo Herrero, Vanessa Ragone.
Guión: Miguel Cohan, Ana Cohan.
Fotografía: Hugo Colace.
Música: Lucio Godoy.
Montaje: Fernando Pardo.
Intérpretes: Leonardo Sbaraglia (Federico Samaniego), Martín Slipak (Matias Fustiniano), Bárbara Goenaga (Natalia Kaufman), Luis Machín (Ricardo Fustiniano), Ana Celentano (Laura), Arturo Goetz (Liquidador), Federico Luppi (Víctor Marchetti), Antonia Bengoechea (Malena), Felipe Villanueva (Chaucha), Claudia Cantero (Fiscal), Manuel Longueiras (Kempes), Rocío Muñoz (Luciana).{/xtypo_code}

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La cinta, coproducción hispano-argentina, aunque en el reparto la única cara patria sea la de Bárbara Goenaga, que además aparece demasiado poco, y hace de argentina (bastante creíble su acento, por cierto), narra la historia de dos familias entrecruzadamente.

Tras un accidente de tráfico, un joven muere atropellado. El culpable huye sin dejar rastros y sin pruebas que lo incriminen. Pero el padre del joven empieza la búsqueda del conductor. Un cúmulo de circunstancias y casualidades, y una justicia contaminada por la opinión pública y los medios de comunicación, llevan al hombre equivocado al banquillo de los acusados.

El director sabe narrar, de modo seco, austero, pero con paso firme, y acierta al no utilizar (casi en ningún momento) la música para acentuar las situaciones mostradas, con lo que son los simples hechos lo que vemos, nada más. Tras mostrar los actos que lo desencadenan todo, Cohan centra la primera mitad de la cinta en la tensión que provoca la culpabilidad en la familia del culpable, y en la mentira, y en como ésta va creciendo, hasta convertirse casi en un modo de vida. En la segunda parte, una vez que los acontecimientos se disparan de modo incontrolable, se centra en los oscuros recodos que puede tener la venganza.

Sin retorno, que cuenta con un excelente reparto, plagado de buenas interpretaciones, nos presenta a un director de futuro, un Miguel Cohan que narra con un ritmo incesante y un guión muy hábil, con varios giros bien pensados. Es interesante también la crítica a los medios, y sobre todo a la justicia, que se deja llevar, y que no investiga realmente, dejándose guiar por la presión de unos medios de comunicación que exigen encontrar al culpable ya.

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