Bostezos estéticos y Bardem

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1301BIUTIFUL

Alejandro González Iñárritu es uno de los nombres más interesantes en el cine de los últimos años, y eso que únicamente tenía tres películas en su haber.

{xtypo_code}España-México, 2010. (147′)
Director: Alejandro González Iñárritu.
Producción: Fernando Bovaira, Alejandro González Iñárritu, Jon Kilik.
Guión: Alejandro González Iñárritu, Armando Bo, Nicolás Giacobone.
Fotografía:  Rodrigo Prieto.
Música: Gustavo Santaolalla.
Montaje: Stephen Mirrione.
Intérpretes: Javier Bardem (Uxbal), Maricel Álvarez (Marambra), Hanaa Bouchaib (), Guillermo Estrella (Mateo), Eduard Fernández (Tito), Cheikh Ndiaye (Ekweme), Diaryatou Daff (Ige), Cheng Tai Shen (Hai), Luo Jin (Liwei), Lang Sofia Lin (Li), Ana Wagener (Bea), Rubén Ochandiano (Zanc), Karra Elejalde (Mendoza).{/xtypo_code}

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Tras su portentoso debut en su país con Amores perros, vinieron otras dos cintas, igualmente brillantes, rodadas y auspiciadas por dinero estadounidense, como fueron 21 gramos y Babel, en las que incluso contaba con intérpretes de renombre (Sean Penn, Naomi Watts y Benicio del Toro en la primera, Cate Blanchett y Brad Pitt en la segunda). En todas ellas, el guión estaba escrito a cuatro manos. Las suyas y las de su compatriota Guillermo Arriaga. Para su nueva cinta, Iñárritu vuela solo. O mejor dicho, con otros compañeros, sin la participación de aquel que tantas victorias le proporcionó. Y la diferencia se nota.

Biutiful era una cinta esperada, de la que se ha hablado mucho antes de su estreno, y una vez vista, el resultado es, cuanto menos, decepcionante. La historia transcurre en Barcelona, pero no en la ciudad cosmopolita y moderna, sino en una ciudad marginal, en los bajos fondos, en la Barcelona marginal de los inmigrantes ilegales que trabajan veinte horas en locales inmundos, o que venden falsificaciones chinas en la calle. Allí, Uxbal es explotador y explotado, un padre que trata de sacar adelante lo mejor que puede a sus dos hijos y de lidiar con su ex-esposa, yonqui, puta y bipolar (ahí es nada)…

El problema de Biutiful es que quiere ser tan negra, pretende mostrar tanta truculencia, al protagonista le pasan tal cantidad de cosas, a cual peor, que termina por no conmover en absoluto. Y lo que es peor, no es para nada creíble.

Las imágenes siguen siendo bellas a pesar de la fealdad que lo rodea todo, la construcción formal y estética de los planos sigue siendo la misma que en ocasiones anteriores, en eso Iñárritu sigue siendo el mismo. Pero la historia no llega, no conmueve, y hasta aburre.

Donde sí que destaca la cinta es en Javier Bardem. El protagonista está sencillamente soberbio. Lástima que en este aspecto él sea el único (si exceptuamos a los dos niños). El resto están mal. Muy mal. Incluso Eduard Fernández, que en situación normal está bien, aquí no lo está.

Biutiful es una cinta pretenciosa, preciosista en su fealdad, y cuyo argumento podría muy bien definirse como una mezcla entre la fantástica Mi vida sin mí y la sobrevalorada El sexto sentido. Una película con ínfulas de gran obra, pero cuya trama no convence, y que llega a provocar numerosos bostezos en su larguísimo metraje.

 

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