A contraluz

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(Lucas 17, 11-19) Las dificultades y los problemas de nuestra vida a veces se resuelven, y a veces no. Hay sombras que parecen poner en duda la existencia de la luz. Hay situaciones que vivimos tan terribles y absurdas que parecen poner en duda que nuestra vida pueda tener algún sentido.

Pero las sombras sólo manifiestan la  relativa carencia, momentánea y pasajera, de la luz que las hace posible. Sin luz no hay sombras. Sólo queda la Nada más asfixiante, ante la que ni pronunciar palabra tiene sentido.

Si no creyéramos en un Horizonte de bondad y de plenitud (al que llamamos Padre porque sólo una persona puede ser la plenitud verdadera de otra)…, si no creyéramos en Dios como Padre el acontecimiento más terrible que podamos imaginar tendría el mismo valor que el imperceptible evaporarse del agua de un vaso olvidado en la cocina. Sin horizonte de sentido, no tiene sentido hablar de absurdo. Sin un Padre de Bondad nadie hay que escuche nuestras quejas y lamentos.

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Desde la fe toda sombra adquiere un sentido profundo que la redime y la hace, no sólo soportable, sino, fuente de vida. Un hombre encarcelado por sus creencias, los sufrimientos de una terrible enfermedad, la falta de agradecimiento de la mayoría…, todo adquiere un sentido nuevo.

No te desesperes a causa de las sombras de tu vida; haz memoria continua y agradecida de Jesucristo, que resucitado de entre los muertos vive enteramente para darnos vida.

 

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