Carta a un ángel

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Te fuiste tal como viviste, sin hacer ruido, sin querer molestar, a pesar de todos tus problemas y tu forzado silencio que te imposibilitaban manifestar tu agradecimiento, cariño y emociones a cuantos te rodeaban, excepto a tus papás, que ellos si te entendían y tristemente sufrían contigo tu inexplicable e injusta enfermedad, reconfortándose siempre con la esperanza puesta en Dios de que algún día te recuperaras y los llenaras a ellos y a tu hogar con tus juegos, caricias y cándido amor infantil.

Posiblemente nunca llegaremos a entender y mucho menos a aceptar “por qué suceden estas cosas en este mundo nuestro, especialmente en pequeños ángeles como tú” llenos de inocencia y según palabras de Jesús: “Que de los niños es el Reino de los Cielos”.

Es, a partir del tercer domingo de Octubre, exactamente el lunes; cuando nuestra Bendita Madre de Valme cayó en la cuenta de que le faltaba la FLOR MÁS BONITA de todas las que adornaban Su carreta, decidió; ya en la paz y el silencio de Su Capilla reclamarte a Su lado para que la acompañes eternamente.

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Ahora que estás y por derecho perteneces a la Corte Celestial de Ángeles que cantan a nuestra Madre de Valme y Su Bendito Hijo, es cuando más puedes hacer por tus padres y solicitar para ellos del Supremo Hacedor un sitio a Su diestra, sitio que merecen por el gran amor que te tienen sin desfallecer en la esperanza cristiana.

Reclámale a tu Madre en el cielo que haga, para Ella, el pequeño milagro de consolar a tu mamá en la tierra, para que, apoyada en su fe y resignación cristiana, tome la nueva cruz de tu ausencia que Ella le ha enviado, que la reconforte para que vuelva a recuperar la alegría de vivir junto a toda tu familia. Y no se te olviden tus abuelitos que también lo necesitan.

Es ahora que, sin lugar a dudas, estás en el Cielo, cuando puedes hacer por toda tu familia que tanto te echa de menos, algo bastante más importante que lo que ellos hicieron por ti en vida. Abogar por ellos protégelos y envíales mucho amor para que recuperen el consuelo que tanta falta les hace.

Voy a permitirme, pequeña     Anita, pedirte que ahora que tan cerca estás de Dios, le ruegues que no siga permitiendo tantas injusticias, especialmente en niños, como tú, e inocentes.
Ruégale que manifieste su poder, como lo hacía antaño según las escrituras. Que va siendo hora. Que deje de escribir renglones cada vez más torcidos pues Sus hijos, no comprendemos hasta donde llega Su infinita bondad,.

Estamos en una gran crisis de Fe. Que necesitamos creer y recuperar valores que se perdieron.

Se despide este pobre viejo que está roto desde tu dolor, Ana

 

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