¡Qué guay es ser vampiro!

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Película CrepúsculoCREPÚSCULO

Cada cierto tiempo, el cine nos entrega una película de vampiros destinada a convertirse en un enorme éxito, en una obsesión para miles y miles de espectadores. Crepúsculo, basada en la primera de las cuatro novelas de la saga concebida por Stephanie Meyer, es la última de ellas. Sus seguidoras, en su inmensa mayoría chicas adolescentes, se hacen llamar “crepusculares” y llevan tatuajes y camisetas con mensajes alusivos al texto del que procede y del que se han vendido diecisiete millones de copias en todo el mundo. Con estos antecedentes era más que predecible que la versión cinematográfica llegase más pronto que tarde.

Estados Unidos, 2008. (121’)
Título original:  Twilight.
Directora: Catherine Hardwicke.
Producción: Mark Morgan, Greg Mooradian, Wyck Godfrey.
Guión: Stephanie Meyer, Melissa Rosenberg, basado en la novela de Stephanie Meyer.
Fotografía: Elliott Davis.
Música: Carter Burwell.
Intérpretes: Kristen Stewart (Bella Swan), Robert Pattinson (Edward Cullen), Billy Burke (Charlie Swan), Taylor Lautner (Jacob), Peter Facinelli (Carlisle Cullen), Anna Kendrick (Jessica), Michael Welch (Mike), Christian Serratos (Angela), Elizabeth Reaser (Esme Cullen), Cam Gigandet (James), Ashley Green (Alice), Nikki Reed (Rosalie), Jackson Rathbone (Jasper Hale), Kellan Lutz (Emmett), Edi Gathegi (Laurent), Rachelle Lefevre (Victoria).

 

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Cuando su madre decide irse de viaje con su nueva pareja, Bella Swan, una chica de diecisiete años que siempre se ha considerado diferente al resto del mundo, se muda al pequeño pueblecito de Forks, donde casi siempre llueve y en el que su padre es el jefe de policía. Allí conoce a Edward Cullen, un compañero de clase al que rodea un halo de misterio. Bella siente una irreprimible atracción hacia él, que parece (sólo parece) querer evitarla. Pronto descubre que no es así, y conoce su secreto: es un vampiro. Pero él y su familia no son unos chupasangres al uso: no beben sangre humana, pasean a la luz del día, no viven en oscuros y tétricos castillos… Así que Bella no encontrará que eso sea impedimento para su amor.

Aunque Edward deberá luchar contra su instinto animal para evitar devorar a su amada.
La película (y el libro) tienen una historia (en el fondo) muy sencilla. No es más que la típica de chica conoce a chico, se enamoran, y hay fuertes impedimentos que deben superar para poder estar juntos. Nada más. En el apartado visual, la cinta adolece de (muchos) planos inútiles, movimientos de cámara que no conducen a ningún lado, que no explican nada, y que tienen su cenit en la escena en la que Bella descubre el secreto de Edward (en medio del bosque, los dos parados, y la cámara, con continuos travellings, planos aéreos y movimientos con grúas. Además, sufre la enfermedad (habitual en la actualidad) de alargarse en exceso: los problemas graves (no daremos más pistas para los que quieran verla) para la parejita no aparecen hasta casi la hora y media de metraje, cuando la película ya podría haber acabado de no ser por las secuencias repetitivas, insustanciales e innecesarias. De ahí en adelante, todo se precipita, se acelera, con escenas de luchas ciertamente entretenidas.

Los primeros minutos de la cinta, con la presentación del personaje de Bella son interesantes, argumental y estilísticamente, pero después empieza a perder interés una vez que llega al instituto en su nueva ciudad. Es entonces cuando la cinta se convierte en una película romántica para adolescentes, con personajes que parecen estúpidos (sólo se salvan los Cullen), y un ambiente más que casto, mojigato (aunque eso no es óbice para que hagan gala de sus enormes e insoportables egos). No hay que olvidar, en este sentido, que la autora de la novela es mormona y en la película no hay ni un sólo beso. Y eso que las películas de vampiros siempre han rezumado un potente atractivo sexual. Crepúsculo (la película) ha sido un éxito arrollador en Estados Unidos. Lo cual, si tenemos en cuenta que se han gastado en promoción 40 millones de dólares, aún más que en la producción de la cinta (37 millones), no es raro.
 

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