Aprender a aprender y otras habilidades

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La pasada semana salió, como cada año, la revista Anuario Vedruna del Colegio Santa Joaquina de Vedruna de Sevilla. En su tercera página hay un artículo de María Teresa Alonso Pérez-Tinao,* directora del centro que viene dedicándose al estudio y difusión de temas pedagógicos en el área del aprendizaje en general y del plurilingüismo, en particular. 

El tema central de la publicación es el aprendizaje por “competencias” a las que define como “habilidades de responder con éxito a situaciones complejas”. Poseer determinadas competencias se enfoca en el sentido de ser competente para habilidades concretas que terminarán en soluciones de conflictos de la más variada índole desde matemáticos hasta de diseño o de ética y civilización. Variadas son las competencias y por consiguiente también las habilidades han de serlo.  

Dicho esto, ya la autora del estudio hace resaltar que se está hablando de una nueva óptica de la enseñanza, no tanto basada en la adquisición de conocimientos, sino en la solución de problemas, de situaciones complejas. Así ‘haber aprendido’ sería, ahora, saber resolver. Dice que son tres las causas que han impulsado a este cambio de ruta: primero, porque se conoce más como funciona el cerebro humano; segundo, porque el mundo laboral necesita gente adiestrada, es decir, oficiales, o sea, que tengan oficio o habilidades; tercero, porque nuestro mundo va tan de prisa que muchos de los conocimientos de hoy resultarán obsoletos cuando nuestros estudiantes hubieren terminado sus aprendizajes.

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En la actualidad, dice, siguiendo al profesor Gardner de la Universidad de Harvard, está abandonada la idea de una sola inteligencia en el cerebro. Los estudios de las últimas décadas han descubierto inteligencias varias o múltiples, algo así como si pudiéramos escoger entre  caminos plurales, todos iluminados y preparados para discurrir y que, según cada individuo, se  poseen  muchas competencias y se está en posibilidad de adquirir las habilidades relativas a aquellas en varias áreas.

El tema se corresponde en cierto modo con lo que en otro tiempo llamábamos ‘vocación para’, y la diferencia estaría en que en el tiempo del aprendizaje, la escuela, el instituto, la formación profesional, la universidad, el alumno habría de dedicarse no al enfrentamiento con las dificultades de aprender un libro, siguiendo aquella ‘vocación’, sino, además,  de aprender la vida, las cosas, aprenderse a sí mismo, siempre, claro está, en un ámbito reglado y académico, pero encarnado en los asuntos reales. Por poner un ejemplo, dice la autora que Daniel Goleman en su libro La inteligencia emocional en la empresa (1998) describe ésta como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones.”

Así podrán los estudiantes crecer confiadamente, de modo que no habrá, o serán menos, las sorpresas y supuestas ineptitudes en el futuro. En ese sentido aprender es un esfuerzo por hacernos con la realidad, sensitiva o intelectual, pero no un ejercicio de memorización o de recitación teórica. La memoria tendrá un servicio nuevo como monitora de las praxis. La memoria, competencia singular, mantiene el panel, la representación del conflicto en acto permanente para andar por las estrategias y los vericuetos de las soluciones en nuestro trabajo.

La articulista continúa su tema refiriendo como la Junta de Andalucía ha propuesto ocho competencias básicas: aprender a aprender, autonomía e iniciativa personal, comunicación lingüística, matemática, conocimiento e interacción en el mundo físico, tratamiento de la información y competencia digital, cultural y artística, social y ciudadana.

Termina su trabajo refiriéndose a una competencia especialísima como directora de un colegio, en principio, de creyentes: la competencia para habérselas con el mundo espiritual y trascendente. Entiendo que cuando habla de “espiritual” tiene en mente el sentido originario como aliento, soplo, vaho, signos de la vida, como corresponde a los humanos, hermanos de las cosas, de los animales, hermanos entre sí, enamorados de la existencia, creyentes en que compartimos desde nuestra materialidad la imagen de Dios.

El artículo dice mucho del ‘qué’ de las competencias. Queda abierto un mundo enorme y novedoso para la práctica ordenada  e investigación del ‘cómo’ se detectan las competencias en el sujeto, cómo se cuidan, se mejoran, se aplican, cómo se hacen viables en su ejercicio, en qué condiciones son duraderas, cómo se disciplina este regalo en el misterio de nuestro ser. La articulista está en el tema.

 

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