Caso anima a no perder la religiosidad de una fiesta popular

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    Felipe Caso Pérez durante el pregón de ValmeEl pregonero de Valme demostró su devoción mariana y recordó la labor actual de la Iglesia

    Ayer domingo la parroquia de Santa María Magdalena estaba llena de fieles deseosos de escuchar el pregón de Felipe Caso, y no es de extrañar si unimos a la concurrencia habitual de este acto la popularidad del pregonero de este año, “mucho más que un maestro, conocido y saludado por todos”, como lo definió su presentador, Francisco Javier Mena Hervás.
     

    Mena comenzó recordando el momento en que el pregonero le invitó a subir a lo más alto de la torre de Santa María Magdalena, desde donde volvió al presente para fijar la vista en los puntos cardinales que han llevado a Caso hasta el pregón. Después hizo un recorrido por la vida de este maestro y sus aficiones como belenista, florista y dedicación y devoción a la Virgen, vistiendo a la Divina Pastora y yendo siempre delante de la carreta de la Virgen de Valme.

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    Tras la presentación llegó el turno del pregón, en el que Caso alabó por encima de todo a la Virgen de Valme, y a la de Consolación, de la que también es devoto, sin pasar por alto al “dueño de esta casa”, a Cristo también hecho niño, como los alumnos a los que ha dado clases desde hace prácticamente 25 años y parte de los cuales formaban un coro que acompañó con sus cánticos al inicio y al final del pregón.

    La actualidad no faltó en el pregón de Felipe Caso, en el que comparó la labor de la Iglesia con antenas de telefonía móvil, “que tienen alcance infinito”, en una época en la que “hay quien cree que podermos darnos el lujo de despreciar a Dios”, y hay “un súbito eclipse sobre lo sagrado, pero aunque se quiera hacer el silencio sobre Dios no se puede hacer callar, ni arrojarlo contra el prójimo”, en una clara alusión a la laicización de Europa y el entendimiento entre las religiones.

    Pero por encima de todo, el pregón estuvo dedicado a la Virgen de Valme, que protege con su manto “infinitamente grande” a todos los que imploran “¡Váleme!”. Caso recordó la humildad de la Virgen María, una mujer de pueblo cuyas manos hubiera querido besar, una emigrante, veladora de la iglesia primigenia, “una muchacha nazaretana que quiso hacerse nazarena”.

    Respecto a la romería, para la que cuenta las horas que faltan (164 mientras daba el pregón) señaló cómo Dos Hermanas entera enmudece y entra por la puerta de la iglesia buscando el rostro de la Virgen de Valme, “una salida que es como un parto” por los meses de preparación que lleva, acordándose también de la “obra de arte de los exornistas carreteros”.

    También hizo hincapié en la parte más propia de la fe que a menudo se olvida en la romería, ya que “la Virgen es la razón de nuestra romería, y no otra”, y “no puede ser esclava de los que invaden su camino, obstaculizado por los que la acompañan”.

    Durante el pregón no faltaron recuerdos como las flores de seda que llevó en una ocasión a Belén  así como los guiños a los que nunca faltan a la romería, amigos y conocidos de Felipe Caso, muchos de ellos presentes en la parroquia. Para acabar, Caso se comparó con un nardo como ofrenda a la Virgen, que al final de su existencia “ese jardinero que me corte tenga a bien colocarme en los canastos de tu carreta” y remató con un “¡Váleme Señora!”.

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