El abuelo de Continente

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En todas las sociedades, en agrupaciones humanas grandes o pequeñas, hay determinadas personas que, por múltiples circunstancias, se convierten en personajes carismáticos, en iconos de esa agrupación en donde conviven. En nuestra ciudad, uno de esos iconos, de esos personajes peculiares, en el que necesariamente se tiene que reparar, ha sido Francisco Rodríguez  Reina “Macarreme”, “El Abuelo de Continente”, apodo cariñoso utilizado por los empleados de este hipermercado, para referirse a Francisco. Su porte andaluz, tocado con sombrero no pasaba desapercibido; pero quien le trataba, podía comprobar que ese sombrero cubría una cabeza lúcida e inteligente aún para su edad. Siempre tenía una palabra amable para dirigirse a cualquiera que pasara a saludarle, siempre dispuesto a llevar un café a aquella empleada que  se lo pididera, siempre solícito, siempre atento. Su entretenimiento diario era la conversación amena con sus amigos y con quien demandara su interés.
Esta forma de ser ha sido una constante en su dilatada vida, azarosa en su juventud por los sucesos que le tocó vivir, y ya más liviana, pero no menos dura, en su madurez, en la que tuvo que ingeniárselas para poder sacar adelante  a nueve hijos, fruto de su matrimonio con Encarnación Caro, de la que tanto apoyo y cariño recibió, a la que tanto amaba y con la que compartió tantos esfuerzos.

El mantener cuidada y unida a su familia ha sido su preocupación máxima en la vida y hasta tal punto se empeñó,   que consiguió agrupar en todos los acontecimientos familiares, festivos o no, a hijos, nietos y biznietos en torno a su persona.

La Romería de Valme y El Rocío fueron escenarios que vivió mientras la salud se lo permitió, acompañado de sus hijos, a los que no dejaba atrás por muy precaria que fuera la situación que atravesara.

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El último momento de su estancia entre nosotros   lo vivió como siempre estuvo, rodeado de los suyos, de todos sus hijos, nietos y biznietos, que sobrellevando el dolor del desenlace que se avecinaba, le mostraban el cariño que inspiraba a todos y cada uno de ellos.

Nos ha dejado un personaje, en la acepción más grande y hermosa que de la palabra personaje se  pueda  utilizar, cuyo hueco en el espacio que ha dejado en tantos lugares donde le han querido, será muy difícil de ocupar.

Se ha ido una persona que, para  quienes le tratamos, será doloroso acostumbrarse a su ausencia, por la impronta que dejó en quienes disfrutamos de su amistad.

Se ha ido un padre y un abuelo, derrochador de cariño, conciliador y amante de su familia. Nos queda el consuelo que allá en el cielo le estará contando a San Pedro lo guapa que son las niñas de Continente, la familia tan estupenda que tiene aquí abajo y lo buena gente que son los de su pueblo de Dos Hermanas.

Descanse en paz Francisco Rodríguez Reina “Macarreme”, “El Abuelo de Continente”.

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