Educando ciudadanos

0
- Publicidad -

Permítaseme, aunque sea penoso de soportar, repetir evidencias sobre como conviene impartir en los colegios normas sobre ciudadanía, porque por más vueltas que le doy al documento originario y oficial, que tanto revuelo ha armado en estos días, no veo que el escrito vaya más allá de aquello que llamábamos en tiempos pasados reglas de urbanidad. Que si aquellas eran puras normas de cortesía, buenas maneras y uso de la ciudad, las de ahora, de necesidad, se atienen a la complejidad del modo actual de vivir y convivir de urbanitas de urbes plurales.  

Si los nostálgicos del poder y la gloria (léase CEE, Conferencia Episcopal Española), hubieran echado de menos al respecto en las directrices del MEC (Ministerio de Educación y Ciencia) la fuerza y el elán de los líderes y de los profetas de otras épocas, si éstos hubieran sido sus requerimientos,   más estaríamos con ellos. Pero no ha sido así. Es verdad que Dios está ausente en el documento. Pero debemos decir que de esta manera la ciudadanía creyente se sentirá más cerca de la no creyente.

Hubiéramos esperado de la CEE mayor discreción para eludir similitudes con determinadas tendencias políticas y, así, no poner en entredicho a clero y fieles ciudadanos plurales. Pero, ¿qué se podía esperar de las directrices de un Estado laico? ¿Una orientación, teñida de pastoral, que se correspondiera con sólo un área de la población? O por el contrario, ¿un programa tan aséptico que planteara dudas en la experiencia, en su uso? Lejos de todo eso, el escrito se ajusta a su destinatario: una sociedad plural, tomada en cuenta desde la realidad tal cual existe y no desde las voluntades particulares o de grupo. Estamos ante una propedéutica para el ejercicio de la ciudadanía  cuyos límites son los derechos de los demás y el estilo europeo de convivencia.

- Publicidad -

Las palabras cuentan las cosas y los hechos, pero los educadores descuidados caen en la trampa de igualar palabras y realidades. Los proyectos impresos, palabreros, sólo se verifican y validan cuando han hecho su propio rodaje en la experiencia. El que nos ocupa es  un proyecto laico y ‘light’, de corte euro-burgués, en el que no están ausentes, sin embargo, muchas vocaciones que nos invitan al compromiso y la lucha para mejorar. No toma partido en los temas sensibles y polémicos, sino que los enuncia y deja escoger y aconsejar a quienes tienen el derecho y la obligación de hacerlo.

Si el tema se hubiera llamado ‘caminos de la ciudadanía’, quizás la discusión no hubiera sido tan abundante en réplicas y contrarréplicas. Porque son los caminos los que conducen a fines y no se puede dejar a la gente en la pradera sin norte ni información. Más aún parece difícil construir sendas impolutas y libres de cualquiera interpretación. Todo lo contrario, los caminos son para la realidad plural donde se convive con los semáforos bien atados a la tierra que ordenan el tráfico social.

No se entiende como se puede poner en cuestión una disciplina como ésta que se presenta cual punto de partida respetuoso para todos. La versión del libro de la editorial Santillana narra sobre personajes trabajadores por el bien común y la concordia,  tan diversos como Dickens, Rodríguez de la Fuente,  Salvador Allende o Teresa de Calcuta. En la polémica algunos perdieron de vista que la educación no consiste en dar contenidos impresos  o, tal vez, dejarlos de dar, ni tampoco son prioridad los discursos o programas, si bien podrán ser, todas éstas, herramientas de uso común. Se olvidaron que los  niños y jóvenes son el sujeto de la educación y no el objeto. No parece que educar sea conseguir una respuesta a unos libros de texto o a profesores rutinarios. Lejos de eso,  la educación es una llamada viva, una pro-vocación particular que descubre el educando desde los testimonios múltiples de los educadores. En efecto, educar es un asunto de la experiencia, una pregunta limpia que despierte lo mejor de los espíritus y los cuerpos de cada uno de los sujetos. Es el arte por el que los educandos son concernidos sin que se les dañe la libertad. Un tirón fuerte hacia la realidad. ‘Educación para la ciudadanía’ ha aportado una  línea de salida en esta carrera sin final. Ahora nos toca correr a todos. 

 

- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!