1929. Lujo y elegancia en la fiesta de presentación de Anita Aritio en la hacienda de Montelirio

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1929. Lujo y elegancia en la fiesta de presentación de  Anita Aritio en la hacienda de Montelirio

Acudieron numerosos invitados de la alta sociedad sevillana y madrileña, en la previa de la inauguración de la Exposición Iberoamericana

Nada se echó en falta en la fiesta celebrada anoche a las afueras de Dos Hermanas: buñuelos, baile, cante flamenco, bellas señoritas de la alta sociedad y muchas ganas de pasarlo bien. Todo ello en el incomparable marco de la finca de San Miguel de Montelirio (a un paso del pueblo) en otros tiempos sanatorio propiedad de la Compañía de Jesús, después del conde de Montelirios y hoy del opulento consejero del Banco de España, D. Francisco de Aritio, madrileño de nacimiento y fervoroso entusiasta de Sevilla, que obsequió espléndidamente a sus invitados con un derroche de manjares y bebidas. El champán, la manzanilla y los vinos de la tierra no dejaron de fluir toda la noche.

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La excusa para reunir aquí a lo más granado de la sociedad sevillana y madrileña, así como a otros invitados a la inauguración de la Exposición Iberoamericana (del próximo 9 de mayo), fue la presentación en sociedad de la hija de los dueños, la señorita Anita Aritio, que lució una primorosa ‘toilette’ de color rosa, muy a tono con su incipiente juventud, y un mantoncillo de talle en graciosos recogidos. En todo momento estuvo rodeada de alegres muchachos de los dos sexos.

El jardín, artísticamente engalanado y rebosante de claveles rojos, se convirtió en el centro de la fiesta gracias a la tibia temperatura nocturna. Allí se ofreció el ‘lunch’ y fue colocada, junto al estanque estratégicamente iluminado, la buñolería, atendida con sus sartenes por un plantel de guapas gitanas.

La orquestina Carretero y varios pianos de manubrio pusieron la banda sonora del baile, en una pista improvisada sobre una lona de jugar al ‘tennis’. Tras un descanso, unos murmullos precedieron a la fiesta flamenca. Un expectante nerviosismo recorrió a los invitados, sobre todo a los que vinieron de Madrid. Con colorido atavío, los guitarristas templaron sus instrumentos siguiendo los acordes del maestro del cante ‘El Goro’. Tras unos carraspeos, entonó los primeros fandanguillos y la cantata Los caracoles, del llorado Antonio Chacón. Vivas y olés acogieron los jipíos del cantaor, mientras las bailaoras de la zambra (algunas con hipnotizantes ojos verdes) acaparaban la atención con sus dislocantes contusiones. Reanudó la música la orquestina con un tango, continuó el baile y corrió la manzanilla.

La madrugada avanzó con profusión de aperitivos y vinos. El encanto del lugar y las ganas de diversión de los invitados alargaron la fiesta hasta las luces del alba. Nadie quería irse de Dos Hermanas.

A la fiesta asistieron los amigos y huéspedes estos días de los Aritio (el ex ministro Pablo Garnica y familia, la señorita Marichu González-Tablas, el conde de Villalba, el hijo de los condes de Aguilar de Inestrillas, María Luisa Calvo, Jaime Avial, Sr. Cedrún…) así como invitados llegados para la ocasión, entre otros José Ibarra, la duquesa de Tarifa, marquesa de Argüelles e hijos, baronesa Velli, condes de Bagaes y Valle de la Reina, señoritas de Urquijo, Escribano, Joaquín Castillo, Osborne, Llosent, Delgado Brackembury, Guardiola, Chalvaud, Ponce de León, Fernández Murube y muchos más.

1929. Lujo y elegancia en la fiesta de presentación de  Anita Aritio en la hacienda de Montelirio

Todos ellos se deleitaron con la belleza del edificio, del más puro estilo andaluz. Entre las dependencias de la casa, destaca la capilla (con retablo del siglo XVI, flanqueada por artísticas rejas sevillanas). En el salón, sobre un bargueño de madera de caoba, luce la fotografía del Rey, en la que se puede leer: “Para San Miguel de Montelirio. Alfonso XIII”.

Una perla que muchos quisieron
La hacienda, hoy propiedad de los Aritio, ha pasado por muchas manos. En 1623 era conocida como Venta de Cabras. En 1694 pasó a ser propiedad del Hospicio de Indias de la Compañía de Jesús. Aquí se alojaban y curaban los jesuitas que volvían de América. Tras ser expulsados los jesuitas, salió a subasta y fue adquirida en 1770 por Antonio Aguado, caballero de Calatrava y conde de Montelirios (de ahí el nombre actual de la hacienda). Tras él se hicieron cargo sus descendientes hasta 1860. José Adalid, la marquesa de Casa Ramos, Joaquín Liaño y Julio Laffite han sido los sucesivos dueños de esta perla arquitectónica.

Espectacular jardín
Los jardines de esta hacienda de Dos Hermanas impresionaron a sus invitados: palmeras, araucarias iluminadas, enredaderas, laberintos de boj y arrayanes, parras con farolillos, lilas, azucenas blancas, claveles, rosales que trepan por los enrejados del patio porticado… una orgía de colores en cuyo centro se eleva y canta un surtidor de agua. La prensa (ABC, la revista Blanco y Negro…) se han hecho eco de la inolvidable fiesta y de los detalles del lugar, que sin duda dará más fama a Dos Hermanas.

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