Spielberg es Spielberg

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1101CABALLO DE BATALLA

Apenas unos meses después del estreno de su anterior película, Spielberg nos entrega una nueva muestra de su trabajo. Y Spielberg es Spielberg, quiero decir, que hace lo que le da la gana cuando le viene en gana. Si su anterior cinta (Las aventuras de Tintín) planteaba un nuevo modo de hacer cine, con una animación basada en la captura del movimiento de actores reales, con esta Caballo de batalla vuelve a un cine más clásico, tanto en su concepción como en su puesta en escena y creación. Eso sí, como aquella, esta presenta resultados desiguales.

{xtypo_code}Estados Unidos, 2011. (146′)
Título original: War horse.
Director:  Steven Spielberg.
Producción: Kathleen Kennedy, Steven Spielberg.
Guión:  Lee Hall, Richard Curtis, basado en la novela de Michael Morpurgo.
Fotografía: Janusz Kaminski.
Música: John Williams.
Montaje: Michael Kahn.
Intérpretes: Jeremy Irvine (Albert Narracott), Peter Mullan (Ted Narracott), Emily Watson (Rose Narracott), Niels Arestrup (Abuelo), David Thewlis (Lyons), Tom Hiddleston (Capitán Nicholls), Benedict Cumberbatch (Comandante Jamie Stewart), Celine Buckens (Emilie), David Kross (Gunther), Matt Milne (Andrew Easton), Robert Emms (David Lyons) .{/xtypo_code}

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Creada con la intención de contar una gran historia, de hacer y narrar una gran historia, la película tiene momentos verdaderamente mágicos que son innegables, momentos de gran cine, y en casi todos ellos está presente ese bello y noble animal que es el caballo protagonista de la historia (la fantástica huída furiosa y desbocada a través de las alambradas en tierra de nadie, o esa amistad entre el animal y su homónimo en el frente, o -con alguna salvedad- el fragmento con la niña que los encuentra en el molino), pero también tiene otros en los que el director recurre sin importarle lo más mínimo a la lágrima fácil, a lo extremadamente cursi, llegando a rozar el ridículo.

La historia cuenta la amistad entre un muchacho y su caballo hasta que la guerra los acaba separando al llevarse el ejército al animal para que les sirva de ayuda en el frente. A partir de ahí, vivimos las vicisitudes del equino, sus cambios forzados de bando, sus huidas, sus amos, sus esfuerzos, su visión del horror de la guerra al fin.
Caballo de batalla nos muestra al Spielberg más puro. Recurre a temas y tratamientos que ya ha usado a lo largo de su carrera. La guerra es tan cruenta o más como en Salvar al soldado Ryan, hay escenas de tanta acción como en su reciente Tintín (o, evidentemente, la trilogía de Indiana Jones), y tanta sensiblería como en ET. El problema es que todo resulta demasiado obvio, y no se le da al espectador la posibilidad de reflexionar, de sacar sus propias conclusiones.

Ninguno de los personajes humanos termina de calar en el espectador, todos tienen algo que acaba repeliendo de algún modo. Incluso hay alguno que resulta tan típico que llega a exasperar del mismo modo que exasperaba aquel ser insoportable que era Jar Jar Binks (el del episodio I de La Guerra de las Galaxias).

Película saturada de sentimentalismo, a veces extremo, con algún que otro momento mágico, creada  por la sabiduría de un Spielberg que sabe mejor que nadie cómo va esto del cine, y que sabe cómo mantener al espectador enganchado a una historia (que en el fondo es demasiado sencilla) durante más de dos horas para que, al final, no cuente (en realidad) nada nuevo, y pese a ello no salgamos defraudados de la sala.

 

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