1908. El nazareno “El Ratón” se enfrenta a 22 años de cárcel por desertar del ejército

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1601Tras protagonizar una espectacular persecución, la Guardia Civil cercó Dos Hermanas y alrededores para detenerle

El nazareno Rafael Fernández López, apodado “El Ratón”, que durante más de un mes tuvo en vilo a la Guardia Civil, se enfrenta ahora a un consejo de guerra por fugarse del Cuartel de Artillería estando de centinela, y llevándose con él todo el armamento. El fiscal, teniente del regimiento de Soria, D.José Vaquero, pide para él la pena de 22 años de prisión.

Los hechos por los que ahora se juzgan a “El Ratón” se remontan a finales del mes de mayo, cuando el soldado nazareno se fugó de su puesto de centinela, llevándose con él una Maüsser y municiones. Aunque en otra ocasión ya había desertado de su puesto estando de asistente, se le perdonó por volver al cuartel por voluntad propia.
Desde ese momento se inició una espectacular búsqueda del desertor por parte de la Guardia Civil, que cercó Dos Hermanas y sus inmediaciones. Las pesquisas apuntaban a que había dormido en una finca del término, sin soltar el fusil  de sus manos. Se ha sabido que durante esos días de persecución, “El Ratón”, muy querido en Dos Hermanas, recibió la ayuda de muchos nazarenos. La cárcel del pueblo se llenó de individuos acusados de proteger su fuga. Entre los detenidos estaban la madre y la hermana, por haberse encontrado en su domicilio un paquete de cartuchos Maüsser. Tan repleta estaba la cárcel de la casa-cuartel que no pudo ingresar en ella Joaquín Díaz Caro “El Niño de la Beata”, que el día anterior degolló por celos a su amante, Carmen Rodríguez “La matrona”.

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Una persecución de cine
El pasado 3 de junio, una pareja de la Guardia Civil avistó a “El Ratón” en las inmediaciones de la estación de las Alcantarillas y, al darle el alto, el fugitivo huyó internándose entre un grupo de trabajadores ocupados en la reparación de la vía férrea, tratando de confundirse entre ellos. El desertor, agazapado entre los obreros, se escudaba con ellos, y los trabajadores, espantados ante el temor de ser blanco de los guardias, agitaban sombreros y pañuelos para hacer notar su presencia.

La confusión que esta persecución produjo entre los obreros sirvió a “El Ratón” para escabullirse y arrojarse por un terraplén de la vía, metiéndose entre los sembrados, ocultándose entre las gavillas de las mieces y finalmente desapareciendo de la vista de sus perseguidores. En el lugar donde estaban los obreros se encontró una astilla de la culata del Maüsser que llevaba, arrancada, según se supone, por un disparo de los guardias.

La captura de “El Ratón” se convirtió en una pesadilla, ya que conocía los campos a la perfección y conseguía alimentos bajo amenaza. Finalmente fue detenido un mes más tarde, el 30 de junio, y ahora se enfrenta a una pena de cárcel de 22 años.

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