Reflexión sobre el programa ‘De ti depende’

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Recientemente he tenido oportunidad de asistir con mi hija a la representación de la obra teatral «Canelo el cagoncete», incluida en el programa del Ayuntamiento «De ti depende», y con todos mis respetos me gustaría expresar mi impresión de que intenta concienciar en una línea equivocada.

En el fondo se trata de formar ciudadanos responsables en la limpieza de nuestras calles que es algo muy necesario, pero, especialmente porque va dirigido a menores, hay que cuidar mucho la forma y los detalles que para ellos son importantes y directos: en la forma en la que está ideada esta obra se envían mensajes equívocos a los niños, ya que la responsabilidad de la recogida de los excrementos en la calle se le supone al perro protagonista, al cual durante la representación le llegan a propinar golpes por ensuciar en lugar de insistir en la responsabilidad del dueño que lo consiente y que no lo limpia.

Además da la «casualidad» de que el perro malo y sucio es un chucho marrón con nombre vulgar, pero la otra protagonista buena e higiénica es una perrita de pura raza (dálmata), con nombre fino (Lulú) y estupendo collar dorado. Es una pena que se abunde en este tópico tan injusto para los perros mestizos que en realidad suelen ser más inteligentes y resistentes por haber tenido que sobrevivir casi siempre en la adversidad y el menosprecio.

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Por otro lado, hasta ahora las campañas de protección animal puestas en marcha por nuestro Ayuntamiento  han brillado por su ausencia, limitándose a tratar el tema desde el punto de vista higiénico (como en el cuento «Guay y la caca gamberra»), o desde el punto de vista legal (como la campaña de identificación y de tenencia responsable donde se nos dice que no abandonemos animales en la calle porque producen suciedad y pueden transmitirnos enfermedades), pero no desde la sensibilización en el respeto hacia los animales y la prevención de la crueldad y el abandono.

No hay que olvidar que en Dos Hermanas se siguen maltratando y abandonando cientos de animales al año, muchos de ellos acaban sus pocos días de vida esperando morir en un contenedor de basura y otros muchos vagando por las carreteras o sacrificados en las instalaciones municipales con el consiguiente coste para las arcas municipales. Los responsables de estas campañas deberían ser conscientes de la gravedad de esta situación y por eso me gustaría que tomaran esta crítica como una reflexión constructiva para orientar sus próximas campañas y aprovecharlas para lanzar un verdadero mensaje de protección animal.

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