Por una nueva cultura del empleo

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La oferta pública de empleo del ayuntamiento para 2008 es esta: 4 técnicos, 1 sargento y 6 cabos de bomberos, 1 oficial de policía local, cuatro policías locales y 17 bomberos-conductores. Del total de estas plazas, sólo estos últimos y los cuatro policías son de oposición libre, ya que la ley obliga a que sea así; el resto es por promoción interna o concurso oposición, es decir, son plazas que ocuparán personas que ya están trabajando en el ayuntamiento y que pasarán a formar parte del funcionariado local. 

¿Y el resto? ¿Y de auxiliares administrativos, personal de recogida de basura, electricistas, albañiles, la gente que limpia las calles de nuestros barrios, etc.? Buena pregunta…
El gobierno local presume de ser uno de los que menos gasta en funcionarios y personal laboral de España. Este falso mérito, equiparable a la política que aplican los Carrefour o las ETT, es un arma de doble filo y mellada.

En primer lugar, todo el mundo sabe que para entrar a trabajar en el ayuntamiento hay tres formas: cubriendo plazas vacantes, por la Delegación de Servicios Sociales o por enchufe. Sólo los dos primeros casos están “abiertos” a todo el pueblo, al menos en teoría, pero son casos en los que la precariedad está garantizada salvo, digamos, que “te portes bien”.
En segundo lugar, todo el mundo sabe también que hay puestos de trabajo que siempre son necesarios y que nunca están cubiertos por empleo fijo, estable y con derechos. No hablo ya de los “accidentales”, es decir, que en Dos Hermanas tenemos un “secretario accidental”, una “tesorera accidental”, etc. y, en ocasiones, hasta tenemos “accidentales de accidentales”. Todo esto sería comprensible si no fuesen empleos necesarios durante todo el año, pero no es el caso: hay trabajadores y trabajadoras que entraron hace 20 años y aún están –al menos, teóricamente- sin plaza fija. ¿Por qué?

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Y en tercer lugar, el problema de las contrataciones de servicios privados para cubrir las necesidades públicas. Incluso admitiendo esto, ya es conocido que la precariedad de estas personas es similar a la de las subcontratas. Y si no, que le pregunten a quienes tienen empleo en algunos barrios a cuenta de los convenios de ciertas asociaciones de vecinos con empresas de limpieza, o que le pregunten a quienes trabajan cuidando nuestros parques y jardines, o que le pregunten a quienes trabajan en las empresas de seguridad y vigilancia de dependencias municipales… Todos estas personas tienen derecho a un empleo digno que una administración de izquierdas debería garantizar, pero mucho me temo que en estos asuntos se funciona con filosofías más propias de otras posiciones ideológicas.

¿Por qué el ayuntamiento de Dos Hermanas sólo tiene un electricista? ¿Por qué los que trabajan en el servicio de recogida de basura están en la cuerda floja? ¿Por qué hay tanto personal laboral que no accede ni ha accedido a su puesto por oposición, como está mandado? ¿Por qué, en más de una ocasión, veo a trabajadores echando horas extra por las tardes por el simple hecho de que hay departamentos que no dan abasto?

El ayuntamiento de Dos Hermanas no es una sociedad anónima. No podemos tener el mismo personal fijo, o menos, que cuando teníamos la mitad de población que ahora. No puede haber tantos arquitectos municipales en precario. Hace falta una nueva cultura de la contratación pública en esta ciudad, por el bien de todas y todos, por la igualdad de todas y todos los ciudadanos de Dos Hermanas a la hora de acceder en igualdad de condiciones a un empleo municipal. En nuestro ayuntamiento tenemos trabajadores y trabajadoras excelentes, no tengo el menor reparo en reconocerlo: la mayoría, la inmensa mayoría de ellas y ellos, trabajan por encima de sus posibilidades y lo hacen estupendamente, con independencia de cómo, cuándo y por qué entraron a trabajar en la Casa.

Los bomberos que van a entrar dentro de dos años son necesarios, pero hay tan pocos que, mientras tanto, tendremos que cubrir esas plazas con interinos. Y cuando estos formen parte de la plantilla, ya se habrán jubilado algunos de los que hay actualmente. Eso es lo que nunca más debería pasar. Oposiciones todos los años, cubriendo lo imprescindible para garantizar el servicio a la ciudadanía: es la única solución.

Lo otro son puertas traseras, amiguismos y enchufes que habría que desconectar de una vez por todas.

 

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