La tormenta está triste
¿qué tendrá la tormenta?
¿Qué le pasa a la brecha
dibujada en el cielo
que no imprime desvelo
y que ahora se queja?
La tormenta está triste,
no se ríe, no truena
con el mismo golpeo,
con la misma fiereza
que llenara las calles
de riada, escombrera,
de desastre regado
por torrente de acera.
Bajo el barrio, se sabe
que las aguas se aquietan
porque un tanque le abriga
al hacer de barriga
–colosal, gigantesca–
que se trague borrascas
y apacigüe sus aguas
sin que nadie las tema.
Aún así, sigue el barrio
con su herida y tormenta:
la que filtra entre el alma
la cascada de arena
que lo arría de muerte,
cocaína y miseria…