Con agrado se ha recibido en el Cabildo la circular que ordena a los nazarenos matar al menos 12 gorriones por cabeza, por el perjuicio que ocasionan a las sementeras y recolecciones de grano. Una vez cazados y presentados ante la Justicia, se ordena enterrarlos con la precaución de cortarles la cabeza para evitar que cualquier otro vecino pueda utilizarlos como matanza propia.