Su bella prometida oró en la ermita ante la Virgen de Valme y asistió al derribo de reses
El pasado día de Nochebuena, S.M. el Rey Alfonso XII pasó una agradable velada en el cortijo de Cuarto, donde reinaba gran ambiente para presenciar el acoso y derribo de reses. Sin duda, la mayor atención de los allí presentes se centró en la compañía del Rey: su prima Doña Mª de las Mercedes, la bella dama de 17 años con la que acaba de hacer oficial su compromiso matrimonial. La futura reina vestía a la andaluza, con traje de seda rosa, chaquetilla azul y mantilla de tercipleo negro. Acompañando a la pareja iban la princesa de Asturias, la infanta María Luisa Fernanda, con los príncipes Antonio y Cristina de Orleans, el duque de Montpensier, el duque de Sexto y el ministro de Gracia y Justicia.
La familia real se trasladó a Cuarto en un lujoso charabán tirado por ocho briosos caballos enjaezados a la jerezana. En cuanto llegaron, los infantes mostraron al Rey el santuario de Valme, que ellos mismos reedificaron, y D. Alfonso oró junto a su futura esposa ante la Virgen. Su Majestad se mostró interesadísimo por la historia de la imagen y las circunstancias que arruinaron a la capilla. La real familia regresó a Sevilla a las 4, pues se dejaba sentir el frío. 500 carruajes en dos filas formaron un largo cordón de seis kilómetros.
Antes de la partida, se verificó el acoso y derribo de reses. Los jóvenes participantes, uno de los cuales fue lanzado de su cabalgadura, vestían de calzón corto, botín y chaqueta corta. Varios fueron los becerros que huyeron entre los carruajes, produciendo los sustos de los espectadores, aunque no su desgracia. Lució su destreza en este ‘sport’, entre otros, Eduardo Mihura, montando una soberbia jaca blanca, sin rienda ni freno.
