Europa afronta la llegada de miles de desplazados de Irak, Siria o Libia entre otros países del Norte de África. Estas personas llegan a las puertas de Europa arriesgando sus vidas, huyendo de una muerte segura debido a los conflictos que existen en sus países de orígenes y buscando el poder vivir, tanto ellos como sus familias, en unas condiciones dignas.
La dramática situación que atraviesan estas personas no es nueva. Desgraciadamente, para que Europa comience a actuar y a tomar conciencia de la situación, el problema ha debido desplazarse desde estos países a nuestro continente. La imagen del niño ahogado en una playa sacudió nuestras conciencias sin tener en cuenta que situaciones de este tipo se repiten a diario. Lamentablemente, la sociedad se mueve al compás de titulares e imágenes bajo la cruel batuta de la inmediatez.
Europa debe actuar, pero desde una premisa: la situación es inabordable por una sola administración. La Unión Europea debe tomar las riendas y coordinar la labor de los países miembros en aras a solucionar, y no parchear, la compleja situación de los refugiados y refugiadas. Todo ello en base a los principios fundacionales de la propia Unión Europea, muy especialmente el de la solidaridad.
Sin duda el problema es complejo, pero eso no es excusa para lo tardía de la respuesta, así como la inacción de la que se ha pecado durante todo este tiempo. La solución debe abordar el problema de origen a través de vías diplomáticas que permitan pacificar estos territorios y aumentar las políticas destinadas a la cooperación para el desarrollo de estos pueblos. Pero esto debe hacerse de forma paralela a la implantación de las medidas necesarias para dar respuestas a una situación, la de las personas desplazadas en busca de refugio, que se tornó en dramática hace mucho.
Debe atenderse a quienes están en tránsito o en las fronteras de los países limítrofes a la espera de poder entrar en la Unión Europea. Pero esto debe ser una medida coyuntural ya que solo sirve para aliviar muy temporalmente la situación de estas personas. Debe, desde los países miembros y coordinados por la Unión Europea, acogerse inmediatamente a estas personas cumpliendo con el mandato que establece el Estatuto de los Refugiados de dar un trato, en el acceso a los servicios, idéntico al de los nacionales de estos países.
Es por eso que en nuestro país la respuesta del Gobierno debe ser consensuada con las Comunidades Autónomas y las Federaciones de Municipios, para poner en común los recursos con los que se atenderá a estas personas cuando lleguen a nuestras ciudades y pueblos. El Gobierno, por una vez, debe actuar con lealtad institucional en aras de lograr las mejores condiciones para estas personas.
Nuestro Ayuntamiento de Dos Hermanas ya ha tomado medida al respecto y ha aprobado, en la Junta de Gobierno Local de 11 de septiembre, un anticipo de 60.000 euros para la atención y apoyo a los refugiados, con independencia del resto de medidas que vayan a tomarse en este ámbito. Todo ello en el marco de la importante actuación que nuestro municipio viene desarrollando en el campo de la solidaridad y cooperación al desarrollo y estando a la altura de la tragedia humanitaria que enfrentamos.
Desde Juventudes Socialistas de Dos Hermanas pedimos al resto de administraciones que también tomen medidas para enfrentar esta situación que afecta a miles de personas inocentes que, junto a sus familias, huyen de la tragedia y se ponga cuanto antes el plan de acogida de refugiados. La Unión Europea debe coordinar la respuesta de sus estados miembros y, en el caso de España, deberá coordinarse con las CCAA y Federaciones de Municipios para dar una respuesta conjunta y eficaz a esta crisis humanitaria. No queriendo terminar sin recordar la definición que de los refugiados hace su Estatuto «Una persona que, debido a un miedo fundado de ser perseguido por razones de raza, religión, nacionalidad, membresía de un grupo social o de opinión política en particular, se encuentra fuera de su país de nacimiento y es incapaz, o, debido a tal miedo, no está dispuesto a servirse de la protección de aquel país; o de quien, por no tener nacionalidad y estar fuera del país de su antigua residencia habitual como resultado de tales eventos, es incapaz, debido a tal miedo, de estar dispuesto a volver a éste».Personas que como personas merecen ser tratadas.