Un SEFF más corto pero más intenso

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1101FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA (I)

Comenzó el viernes pasado la octava edición del SEFF, algo más corta (un día menos), pero con más películas en la Sección Oficial a concurso. Algo que a priori podría resultar problemático en cuanto a horarios, y que así resultó. Con bastante menos presupuesto, el certamen lucha por mantenerse, ya que pese al éxito de público, no tiene la continuidad asegurada. Crisis, maldita crisis.

La primera cinta en participar a concurso fue la española Los muertos no se tocan, nene. Una película esperada por muchos. Homenaje al gran Rafael Azcona (basada en su obra homónima), la cinta pretendía que continuase con la ‘saga’ iniciada por El pisito y El cochecito, y se nota bastante que pretende acercarse al universo de Ferreri, incluso de Berlanga, pero no lo logra. Es una cinta con demasiados personajes, algunos intérpretes no llegan al nivel mínimo exigible. Y cuando tiene que recurrir al chiste escatológico para hacer reír, mal vamos.

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El molino del tiempo, del polaco Lech Majewski utiliza la monumental obra de Pieter Brueghel ‘El Viejo’ El camino del Calvario para narrar el proceso de su creación y la historia de los muchos personajes que aparecen en el cuadro. Visualmente es fantástica, de hecho se basa en su poderío visual, y hasta pasada la media hora de metraje no se pronuncian las primeras palabras. Es un prodigio técnico y una maravilla el modo en que se construye la historia; preciosista, una película que se gusta a sí misma y se regodea en ella, pero que puede abrumar, puede agotar y cansar al espectador medio.

La hija del director Costa Gavras, Julie, dirige a William Hurt y a Isabella Rosellini en una comedia agridulce, Tres veces 20 años. Los intérpretes son una pareja que se ve obligada a enfrentarse al inevitable paso del tiempo y al peso que ello conlleva. La cinta tiene humor, ciertas dosis de amargura y diálogos inteligentes (a ratos). Se ve con facilidad, y se agradece, pero quizás sea demasiado comercial para la sección oficial de un festival.

Las olas es la segunda cinta española del concurso. Película que podía haber sido interesante, por su temática, pero que en manos de Alberto Marais se convierte en una cinta difícil de digerir, repleta de tiempos muertos, con un tempo lentísimo (a veces inexistente) y con numerosos huecos que agotan al espectador. Carlos Álvarez está fantástico y es el que mantiene el tirón de la cinta, pero él sólo no se basta para lograr que la película se mantenga a flote antes de hundirse del todo.

Del mismo modo, Heart´s boomerang, la primera de las cintas rusas del concurso, en un año en el que la homenajeada es la cinematografía de ese país, es una película extremadamente morosa, con continuos planos estáticos alargados hasta el extremo en los que ni pasa nada ni ayudan a explicar el desarrollo de una trama de por sí bastante exigua.

Si no nosotros, ¿quién? es una interesante cinta alemana sobre el germen de la fracción del Ejército Rojo, el origen de sus fundadores, y un paseo político y social por la Alemania, la Europa y el resto del planeta de aquellos años sesenta. Basada en hechos reales, en ocasiones puede resultar un terreno arduo, bastante denso por todo lo que se trata, todos los personajes reales a los que se alude y lo extenso de su metraje, pero es ciertamente interesante.

De Code blue esperábamos bastante, en especial por quién está detrás de ella, Urszula Antoniak, la directora de Nothing personal, la que fue la mejor película del concurso hace dos años. Y la película es sorprendente. Es mucho más oscura en su temática, puede repeler a más de uno y a más de una, en especial por su secuencia final, aunque las atmósferas y los personajes recuerdan a la mencionada, aquí se va más allá, bastante más.

 

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