Esta mañana hemos recibido una llamada a El Albergue alertándonos de que en un contenedor de basura de la barriada Las Portadas de Dos Hermanas había un perrito vivo metido en una bolsa. Cuando lo hemos encontrado se trataba de una galga con un hilo de vida, tirada entre los escombros y los restos de poda en una cuba. Había sido metida en un saco de patatas y arrojada a la cuba como cualquier otra basura más. Debía de llevar bastante tiempo sin comer ni beber y estaba a pleno sol. Esquelética, rígida, fría y con múltiples heridas, parecía llevar muerta varios días, salvo porque aún respiraba a duras penas.
Ahora está ingresada en una clínica veterinaria donde estamos intentando apurar la más mínima posibilidad de que sobreviva entre la infección, la anemia y los posibles golpes recibidos. Ya que ha aguantado una agonía, quién sabe cuánto tiempo hasta ser rescatada, es lo mínimo que se merece.
Queremos expresar nuestra más honda repulsa hacia el indeseable que ha sido capaz de hacer algo así a un animal vivo. Parece mentira que individuos de esa calaña vivan en nuestra misma ciudad y que nos crucemos con ellos por la calle como si fueran personas normales. Tampoco entendemos a esas otras personas que la han estado escuchando chillar pidiendo ayuda y no la han sacado de allí inmediatamente y que nos han indicado el sitio tan tranquilamente diciéndonos que “el perro ya debía de estar muerto porque no se escucha”.
Aprovechamos también para exponer, ante quienes tienen competencia, la terrible situación de tantos animales. Llevamos demasiado tiempo recibiendo avisos de animales ahorcados, degollados, quemados, amarrados para que mueran de hambre y sed en medio del campo, tirados vivos a la basura… y esto no va a cambiar a menos que se haga un gran esfuerzo de sensibilización a la población para que respeten a los animales.
Son importantes las campañas de concienciación desde el punto de vista higiénico en las que es cierto que se pide a los ciudadanos que no abandonen a los animales, pero fundamentalmente por la suciedad que generan y por los accidentes que pudieran provocar o las enfermedades que nos puedan contagiar. Pero eso no tiene que ver con la protección animal ni con la prevención de la crueldad y el abandono.
Somos muchas las personas que luchamos por un trato digno a los animales, pero por desgracia supone una gota en medio del océano.
En el caso de los galgos toda esta situación se agraba ya que se sigue fomentando la caza con estos animales sin controlarse su calidad de vida mientras son “útiles” y la forma como se desechan cuando termina la temporada de caza.
Por todo ello pedimos a los ciudadanos que denuncien cada caso de maltrato o abandono de un animal del que tenga conocimiento, que se exija que se cumplan las leyes de protección que sí existen. Y que colaboren y apoyen a las organizaciones protectoras, para que con la ayuda de todos algún día podamos dejar de avergonzarnos del trato tan indigno que damos a los animales aquí, en el sur de Europa.