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Tras el quiero y no puedo de 2022, cuando la cofradía se tuvo que volver a su capilla por la lluvia después de dos años sin procesionar por la pandemia, Santa Cruz se quitó la espinita este Lunes Santo. Una jornada espléndida de sol y altas temperaturas, en la que Dos Hermanas se reencontró con el Cristo de Presentación y la Virgen de Amor y Sacrificio.

El Cristo maniatado iba con su túnica de terciopelo rojo bordada en oro por Mariano Santoja y lucía nuevo juego de potencias en plata de ley sobredorada por el taller de Hermanos Fernández. Acompañado por la Banda de cornetas y tambores de Presentación al Pueblo, el misterio fue avanzando, con su particular manera de andar, con los sones de marchas como Jesús o Barrabás, Por siempre presentación, Siete Palabras de Nuestro Señor y Cristo del Amor.

La dolorosa, o la Emperatriz del Barrio Pachico, como la aclaman sus devotos, lució para la ocasión la saya burdeos bordada en oro por José Manuel Ferreras, así como un nuevo manto en terciopelo azul real y nueva blonda para el tocado.

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En su candelería, dos cirios votivos, uno dedicado a la Asociación Española contra el cáncer y otro al Síndrome de Angelman, pintados por Marcos Moreno. Y sobre su corona, otro de los estrenos de la jornada, un nuevo Gloria dedicado a la Virgen de Valme, pintado por Josué Hernández con orfebrería de José Antonio Conraddi.

La hermandad se reencontró con su barrio, cuyos vecinos y vecinas de calles como Ebro o Guadiana esperaban al Señor y la Virgen sentados en las puertas de sus casas, en reuniones familiares o de vecindad, como manda la tradición. No faltando una ofrenda floral para sus devociones.

El calor de la jornada hizo estragos en un cortejo, en el que los faldones de ambos pasos lucieron levantados buena parte de la primera parte de su estación de penitencia y en la que algunos nazarenos, sobre todo los más pequeños, llevaron el antifaz levantado. Antes de llegar a la Avenida 28 de febrero, Emasesa instaló un punto de agua para sofocar las altar temperaturas de los integrantes de la cofradía.

Por la calle Cardador, bordeando el Palacio de Alpériz, la comitiva buscó el puente que lleva el nombre del Cristo, uno de los momentos claves del recorrido. El paso de misterio cruzó esta pasarela sin arriarse, 20 minutos de chicotá con marchas como Sangre, Recuerdo, La Historia de Un Profeta, La Valiente, Una Vida de Esperanzay Eucaristía.

Ya en el centro, la cofradía pudo completar el recorrido planteado para el pasado año, con presentaciones en Gran Poder y Vera-Cruz antes de llegar a la Carrera Oficial y volver a su barrio. Entrando en una ya avanzada madrugá del Martes Santo y despidiéndose de un Lunes Santo en el que Santa Cruz se quitó la espinita.

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