El próximo sábado, día 8, a las 20:00 horas, en la Parroquia de Santa María Magdalena, el Arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, entregará la Medalla Pro Ecclesia Hispalense a Miguel Gil Pachón. Un reconocimiento a su dilatado servicio a la Archidiócesis de Sevilla durante toda su vida.
¿Cómo se siente al recibir la noticia de que le van a conceder esta Medalla Pro Ecclesia Hispalense?=
Sorprendido por lo inesperado de la noticia, que me transmitió el párroco de Santa María Magdalena, Manuel Sánchez de Heredia, en nombre del arzobispo de Sevilla, y que me ha causado muchísima alegría. El próximo día 14, si Dios quiere, voy a cumplir 90 años, y esta medalla es un homenaje muy especial, por lo cual estoy verdaderamente emocionado y agradecido.
¿Qué supone tener este tipo de distinción?¿A qué personas se la suele conceder el Arzobispado?
Poseer un reconocimiento eclesial es siempre un honor, un motivo de alegría y de gratitud al Señor, que se ha fijado en mí sin yo merecerlo. Se suele conceder a personas que han desempeñado servicios continuados a la Iglesia Diocesana de Sevilla durante años. Es una distinción creada por nuestro actual arzobispo, Juan José Asenjo Pelegrina, a quien le agradezco muy sinceramente esta deferencia.
¿Qué balance hace Miguel Gil Pachón de toda una vida dedicada a la Iglesia?
Con 10 años comencé en la Acción Católica, para participar como seglar en el apostolado jerárquico de la Iglesia. Después he ido desarrollando distintas labores que he continuado mientras las fuerzas me lo han permitido. El balance no puede ser más que positivo, pues he podido conocer y colaborar en la medida de mis posibilidades con muchos sacerdotes. Aquí, en mis primeros años en Dos Hermanas, conocí a don José Toscano, que estuvo poco tiempo porque falleció repentinamente, al benemérito don José Ruiz Mantero o José María Ballesteros… También he procurado responder a los requerimientos de los sucesivos arzobispos, asumiendo las tareas que me han ido encomendando en distintos momentos, como el cardenal Bueno Monreal, Carlos Amigo Vallejo, a quien tengo un gran afecto, y monseñor Asenjo. Todos ellos han sido grandes pastores de la Iglesia hispalense y me han honrado con su amistad.
A punto de cumplir los 90 años, esta medalla es un homenaje muy especial.
Si tuviera que quedarse con alguna de las múltiples facetas que ha desempeñado, ¿con cuál se quedaría?
Como animador litúrgico en las funciones religiosas, labor que he llevado a cabo en distintas parroquias de nuestra ciudad y fuera de ella. Asimismo, en el servicio cercano a los hermanos, especialmente a los más necesitados. En mi vida profesional, como funcionario de la Seguridad Social, me dediqué de forma particular a la atención a la tercera edad y en todas las facetas de mi quehacer he tratado de actuar guiado por el principio de la justicia social. Siempre he procurado valorar a la persona respetando las ideas religiosas, políticas y sociales de cada cual.
No ha sido su primera distinción, ya que el Papa Juan Pablo II le concedió la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice. ¿Qué supuso aquel reconocimiento para Miguel Gil Pachón?
Efectivamente, el Santo Padre tuvo a bien concederme esa preciada distinción en septiembre de 1988, y el entonces arzobispo, monseñor Amigo, me la impuso el día 1 de mayo de 1989, en una celebración que nunca olvidaré. Fue otra gratísima sorpresa. Pude agradecer personalmente esta concesión al Papa en persona, cuando visitó Dos Hermanas el día 13 de junio de 1993 para inaugurar la Residencia de Ancianos San Rafael, momento que recuerdo con profunda alegría y satisfacción.
El día 8 de febrero se le entrega la Medalla Pro Ecclesia Hispalense. ¿¿A quién le gustaría dedicársela?
A la Parroquia de Santa María Magdalena de nuestra ciudad, por llevar 71 años como feligrés, y a la Archidiócesis de Sevilla, que me honra con esta distinción. También, a mi familia y amigos.