1897. La desconocida ermita del Copero

A orillas del Guadalquivir.

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Muy cerca del primitivo y desaparecido cortijo del Copero se hallaba una pequeña ermita que en sus inicios fue iglesia rural. Ya en el siglo XIV existían en esa zona dos pequeñas aldeas que recibían los nombres de El Copero y Coperuelo, y al amparo de aquellas poblaciones surgió esta iglesia con el fin de atender espiritualmente a los pobladores que allí moraban.

Sin embargo, a raíz del despoblamiento del Copero ordenado por los Reyes Católicos a finales del XV, esta iglesia rural comenzó su decadencia, quedando a mediados de la siguiente centuria como una simple ermita, que actuaría incluso como capilla del vecino cortijo del Copero, sucesor de la primitiva aldea.

Una de las primeras menciones que se hacen de este templo la encontramos en el testamento de Alonso Sánchez Prieto, fechado en 20 de noviembre de 1517, y del que ya hemos tenido ocasión de mencionar en esta página de Memoria DH. En él, el otorgante manifestó que Rodrigo Alonso de Lucena le debía siete almudes y tres cuartillos de trigo y mandó “que en la cuenta de la yglesia de San Miguel del Cope[ro], que toda cuenta rematada e líquida lo que por ella pareçiere que dicho encargo le sea pagado de mys bienes”. Por tanto, parece ser que la ermita estaba bajo la advocación de ese conocido Arcángel.

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1897. La desconocida ermita del Copero

Por otra parte, en un informe redactado por el cura don Mateo Román, en marzo de 1721, se dice que a legua y cuarto de esta villa de Dos-Hermanas existía la iglesia que llaman del cortijo del Copero, y que sólo conservaba su fábrica y dos beneficios a cargo de don Juan Arranz, presbítero y capellán del doctor don Jerónimo de Abadía y Arenzana, canónigo magistral de la catedral hispalense. Tiempo después, el “Plan y decreto de erección y dotación de curatos del Arzobispado de Sevilla” (1791) menciona nuevamente el beneficio del Copero.

Una vez convertida en ermita, tuvo, incluso, la figura del santero o ermitaño, encargado de la custodia y mantenimiento de la misma. De esta manera, en la parroquia de Santa María Magdalena en enero de 1772 “se enterró de beneficio el cadáver de Julián Lorenzo, hermitaño en la del Copero, término de esta villa, marido que fue de Phelipa María Olibera, la que mandó dicho entierro”.

No volvemos a tener noticias de esta desconocida ermita nazarena hasta el siglo XIX. Así, el 4 de septiembre de 1854, se anota en uno de los libros de colecturía parroquial que “^se hizo^ una función en el Copero, término de esta villa de Dos-hermanas”, con motivo de la terrible epidemia de cólera morbo desatada en ese año. Años más tarde, el 16 de julio de 1859, se registra la celebración de “una misa con Vestuarios en la capilla del Cortijo del Copero, término de esta Villa, a la Santísima Virgen del Carmen”.

La ermita de El Copero continuaba en pie en 1897, según aparece reflejada en un plano del término municipal de Dos-Hermanas confeccionado en esa fecha y conservado en el archivo municipal. En ese momento, estaba ya abandonada y arruinada, encontrándose justo en el cruce del camino del Copero con el que unía Sevilla con Coria del Río.

Hoy en día no existe vestigio alguno de esta antigua ermita. En su solar se ve sólo campo, amenazado por las obras de la futura SE-40…

1897. La desconocida ermita del Copero

Foto del mes

Nuestra fiel lectora Ana López Rodríguez nos remite esta interesante fotografía fechada en los primeros años del siglo XX (posiblemente de 1910). Se trata del retrato de Josefa Viejo Picón, nacida en la localidad onubense de Almonte el 10 de junio de 1877, en el seno de una humilde familia de jornaleros. En 1892, se traslada junto a sus padres (Francisco Viejo y Bárbara Picón) y su hermano Pedro a la ciudad de Sevilla, en busca de un futuro mejor, fijando su residencia en la calle Castilla. Atraídos por las oportunidades que ofrecía la fábrica de tejidos de yute de Dos-Hermanas, en 1900 se establecen en Dos-Hermanas, en la calle Botica. Y, dos años más tarde, contrajo matrimonio con el nazareno José Rodríguez Rodríguez (1871-1955), conocido en el pueblo como ‘el Villaverde’, con quien tuvo cuatro hijos: Francisco (1904-1985), Josefa (1907-1960), Dolores (1912-1953) y José (1917-1981). En la mañana del 3 de septiembre de 1922 se encontraba lavando la ropa en el lavadero del corral del ‘Pavero’ (donde residía), cuando un insecto le picó en la cara. A las pocas horas comenzó a sentirse mal y, finalmente, falleció a las seis de la mañana del día siguiente a los cuarenta y cinco años a consecuencia de una pústula maligna. En esta fotografía, única que se conserva de esta nazarena, la vemos llevando en el brazo izquierdo un mantón y en la mano un abanico. Una flor y una cadena con una cruz resaltan en el vestido oscuro que lleva. Gracias a esta instantánea podemos conocer cómo vestían las mujeres de clase humilde en los inicios del pasado siglo.

1897. La desconocida ermita del Copero

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