1875. El cementerio de San Sebastián

El primer camposanto municipal.

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Desde finales del siglo XVIII el cementerio de la villa se encontraba, como es bien sabido, junto a la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, en pleno centro de la población, lo cual provocaba numerosos problemas de carácter higiénico-sanitarios, y, por qué no decirlo, estéticos.

A finales del reinado de Isabel II los capitulares nazarenos tenían en mente el cambio de ubicación del camposanto nazareno, pero los continuos conflictos políticos que se dieron en los últimos años de ese reinado y, sobre todo, durante el Sexenio Revolucionario frenaron continuamente el proyecto del nuevo cementerio. A fines de 1874 llegó la Restauración borbónica y, con ella, la ansiada estabilidad política. Fue entonces, en los primeros años del mandato del alcalde José Carballido [1875-1881], cuando se retomó, al fin, aquella empresa.

El 5 de junio de 1875, el Arzobispado de Sevilla cedió para ese fin al consistorio unos terrenos situados junto a la capilla de San Sebastián, en ese momento a las afueras del pueblo. Muy poco después, las obras de construcción del nuevo cementerio salieron a subasta pública, rematándose a favor del contratista Antonio Merino Salvago, vecino de El Arahal.

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Las obras comenzaron pronto, interviniendo en ellas los maestros alarifes de la villa Francisco Hidalgo Carret y Antonio Salguero. Sin embargo, el 16 de diciembre, Merino presentó súplica ante el alcalde de la villa, exponiendo que “no le es posible continuar al frente de la referida obra por haver tenido una desgracia inesperada”, por lo que rescindía su contrato “con arreglo a la condición cuarta del pliego de condiciones unido al expediente de subasta”.

Por tanto, solicitaba la anulación del contrato y que “de la cantidad que tiene en depósito se satisfaga a los trabajadores lo que se le adeuda; cuya cantidad es la que acompaña en la adjunta nota”. A pesar de los contratiempos, las obras continuaron, pudiéndose inaugurar el cementerio en los primeros días del nuevo año 1876.

1875. El cementerio de San Sebastián

¿Qué hacemos ahora con el antiguo cementerio?
Tras su clausura en 1909, el viejo cementerio de San Sebastián continuó albergando algunas sepulturas. Y así continuó hasta que en 1926 el consistorio decidió el traslado de todos los restos que allí seguían al actual camposanto de San Pedro. Terminada esta labor, el Ayuntamiento pudo contar con un nuevo terreno. Entonces se pensó construir allí una nueva casa-cuartel para la Guardia Civil, en sustitución de la que existía en la calle Real de Utrera. Pero la idea no cuajó, y, al final, en tiempos de la II República se edificó en ese solar un grupo escolar que con el tiempo se llamó Calvo Sotelo y San Sebastián, aunque el pueblo lo bautizaría pronto como el Colegio del Cementerio, denominación que aún hoy conserva.

Poseía una extensión de 2.500 metros cuadrados y lindaba, por un lado, con olivar de Joaquín de Goyeneta y, por otro, con un cercado de la capilla de San Sebastián, templo que pasaría a ser capilla del camposanto. Asimismo, el recinto estaba valorado en 1881 en 10.000 pesetas, y frente a la puerta de entrada se construyó una plazoleta (actualmente denominada de Hidalgo Carret) que poseía un pozo a nivel del pavimento.

Dos años más tarde, en noviembre de 1878, el arcipreste de Utrera, don Joaquín Márquez Zapata, en nombre del arzobispo de Sevilla llevó a cabo una visita pastoral a la parroquia nazarena. Durante su visita, Márquez pasó “a visitar el cementerio y capilla contigua, encontrándose aquel limpio y con tapias altas y bien reparadas, pero la capilla muy mal cuidada y con efigies nada devotas”.

Asimismo, el visitador ordenó que “los señores curas no dejarán de instar y ejercer su influencia para con el Municipio hasta conseguir que éste facilite los medios de hacer junto al Cementerio católico otro no bendito donde pueda darse respetuosa sepultura a los que fallezcan fuera del gremio de la Yglesia y se eviten los conflictos que pudieran ocurrir en caso contrario”.

Con el paso de los años, el cementerio de San Sebastián quedó casi sin espacio, lo que llevó a los capitulares a decidir la exhumación de los restos existentes en las sepulturas de tercera clase y su traslado a una fosa común.

No sólo quedó sin espacio. Su estado de conservación no era del todo óptimo ya en los últimos años del siglo XIX. Entonces se barajaba la posibilidad de cerrarlo y construir uno nuevo (llegó a existir un proyecto en 1898), pero la situación política del consistorio no era lo suficientemente estable y había otros problemas más acuciantes. Y, por si fuera poco, a partir de 1893 comenzaron a urbanizarse los terrenos cercanos al camposanto, volviendo, así, los problemas de carácter sanitario.

Hubo que esperar a los primeros años de la siguiente centuria para retomar la idea, y, finalmente, en julio de 1909 quedó clausurado el viejo cementerio de San Sebastián e inaugurado el nuevo de San Pedro, el que actualmente existe, mucho más alejado de la población.

Personalidades enterradas en San Sebastián
En este recinto recibieron sepultura los insignes escritores afincados en nuestra ciudad Antonia Díaz (en 1892) y José Lamarque de Novoa (en 1904), aunque con posterioridad sus restos fueron trasladados al cementerio de Sevilla. También fueron enterrados aquí el secretario del consistorio Álvaro Pareja (en 1877) y los alcaldes de la villa José Carballido Cotán (en 1898) y Fernando Muñoz (en 1904). Asimismo, en junio de 1897 el Gobernador Civil de la Provincia autorizó el traslado de los restos mortales de José Escalera Barreo y Palmira Michel de Berquins desde el cementerio sevillano de San Fernando hasta el camposanto nazareno. José Escalera fue presidente de la Audiencia de Manila, cruz de la Orden de Isabel la Católica y yerno del empresario sevillano de origen catalán Narciso Bonaplata (1807-1869), uno de los creadores de la Feria de Abril. Palmira Michel, por su parte, era una famosa contralto parisina y esposa del referido Bonaplata. Desconocemos las razones que motivaron el traslado de estos restos a Dos-Hermanas.

1875. El cementerio de San Sebastián

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