Si yo fuese vecino de esa hermosa población nazarena de Dos Hermanas, también me sentiría orgulloso del gobierno/ayuntamiento de la ciudad y de lo a gusto que se vive allí. Por sus cuidadas zonas verdes, numerosos parques y jardines, magníficas comunicaciones, extraordinario centro para pasear, realizar compras, desayunar con tostadas o churros, dependiendo de la cafetería que visites de las muchas y buenas que existen, tomar una caña fresquita y una buena tapa, o bien comer, merendar o cenar en terraza o interior de lo mucho que hay a elegir.
No soy vecino, pero sí circunstancialmente, por tener a mi hija mayor residiendo allí desde hace unos 9 años aproximadamente. Mi esposa y yo vamos muy a menudo. Hasta hace muy poco residía en la barriada Arco Norte, muy cerquita de ese otro magnífico parque habilitado Dehesa de Valme donde sobre todo los niños disfrutan de magníficos aparatos y zonas de diversión, muy cerca del Bulevar Felipe González, muy bien cuidado también.
El lado negativo tengo que decir que el aspecto más deficiente es el de la limpieza (por lo menos de las zonas que más concurro, Arco Norte y La Motilla y siento decirlo, pero es así. Aún reconociendo que nosotros los ciudadanos deberíamos ser los primeros en concienciarnos de no tirar nada al suelo. Existen muchos contenedores de todo tipo para reciclar, y numerosas papeleras, así como en algunos sitios o aceras unos dispensarios de bolsas para recoger las deposiciones de nuestros perritos o perrazos. No obstante el civismo brilla por su ausencia y por parte del ayuntamiento a pesar de los avisos y letreros disuasorios no se consigue concienciar a los ciudadanos.
Andar por allí, es sortear heces y excrementos cada cuatro metros o menos. Antes me ocurría por todo Arco Norte pero resulta, que mi hija y familia cambiaron de domicilio hace muy poco a la zona de La Motilla. Y si la situación descrita anteriormente ya era preocupante, la de ahora es mucho peor, y sobre todo, el personal dueño de canes aparándose en que por allí existe incluso menos circulación de vehículos y paseantes, campa a sus anchas y se olvidan las bolsitas en su casa, o no les da la real gana de agacharse y molestarse a recoger los excrementos de sus perros, el cual no tiene ninguna culpa, el ‘marrano incívico’ es su dueño que sí tiene uso de razón, pero, ¿de qué le sirve?
Es tarea de todos, de la administración reforzando al máximo la limpieza pero sobre todo obligando a sus ciudadanos a concienciarse sobre el respeto a las zonas comunes. Y por supuesto del ciudadano de a pie, los dueños de los canes en particular pero no solo ellos sino a todos en general.
Velemos todos por una Dos Hermanas donde se pueda pasear por sus aceras.