En la soledad de mi sueño y el recuerdo a mi hijo.
Esta noche soñé contigo, mi amor. Como otras tantas noches y era tan real, que no podía ni quería salir del sueño que me transportaba a momentos llenos de alegría y felicidad. Donde te veía como jugabas con tus hermanos y como cuidabas de tu hermana, y viendo tus travesuras. Pero me desperté y volví a la dura realidad, esta realidad que es el no tenerte junto a mí. Mi amor, mi vida, mi todo.
¿Cuánto daría yo por volver a sentirte dentro de mi vientre y que no hubiera sucedido nada? Pero sé que es imposible, corazón. Sé que allí donde estés, algún día estaremos juntos otra vez.
Hijo, no sé cuándo llegará ese momento, pero sé que llegará. A veces en mi desesperación y mi tristeza deseo reunirme contigo y lo deseo con tanta fuerza que parece que voy a conseguirlo, pero luego me doy cuenta que todavía no es el momento y pienso que sería muy egoísta por mi parte, pues dejaría a tus hermanos y papá solos y perdidos, a pesar de que ellos tienen sus propias familias.
A pesar de que hayan transcurrido tantos años para mí, es como si hubiese pasado hace unos días. No hay un solo momento que no piense en ti, mi Rey.
¿Cuántas veces me he preguntado por qué? ¿Por qué Dios mío? ¿Por qué tuviste que marcharte de mi vida y me dejaste tan triste, mi vida, mi amor?
Pero tengo que seguir viviendo, aunque sea tan difícil vivir sin ti, sin tus besos, tus abrazos, pero así es la vida.
Mi amor cuantas veces me siento tan sola que solo recordándote me siento feliz, aunque sea una felicidad efímera. Como efímera es en algunos momentos mi fe. La fe que perdí y que todavía me cuesta encontrar, aunque hay momentos, que te siento tan cerca de mí que vuelvo a creer un poco. Mientras llega ese día en que recupere toda mi fe, mi consuelo es escribir mis sentimientos siempre pensando en ti.
Te quiero y te seguiré queriendo siempre por siempre. Mi Rey, mi Todo, Tu Mamá.