El tambor sigue el ritmo cadencioso
del tiempo hecho Pasión sobre maderas.
Besadas de costeros, las aceras
encajan dulcemente paso y poso.
El incienso es el aire entre un pomposo
abaniqueo eterno en rectas ceras
exhaladas de Amor, trabajaderas,
en un todo tan fino como hermoso.
No se escapa un murmullo sin acento.
No hay balanza que mida cada aliento.
No se alcanza a encajar a los sonidos.
No se debe esquivar a su elegancia.
No se deja lugar a la asonancia.
No se puede escapar a los sentidos.