La voyeur y los celos

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1101LA CARA OCULTA

El director colombiano Andrés Baiz demuestra que sabe moverse como pez en el agua en el thriller con su primer largometraje, que también está coescrito por él. La historia es correcta, y consigue lo que pretende, crear desasosiego, angustia, tensión. Casi siempre. Pero deja lagunas sin rellenar, agujeros por los que el argumento se despeña y cae en picado.

{xtypo_code}España-Colombia, 2011. (101′)
Dirección: Andrés Baiz.
Producción: Christian Conti, Andrés Calderona, Rodrigo Guerrero.
Guión:  Andrés Baiz, Hatem Khraiche Ruiz-Zorrilla.  
Fotografía: Josep M Civit.
Música: Federico Jusid.
Montaje: Roberto Otero.
Intérpretes: Quim Gutiérrez (Adrián), Martina García (Fabiana), Clara Lago (Belén), Alexandra Stewart (Emma).{/xtypo_code}

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La cara oculta nos cuenta la historia de Adrián, un joven director de orquesta español que, tras ser contratado para dirigir la filarmónica de Colombia, se desplaza a Bogotá con Belén, su novia. Lo que se presentabacomo una vida fácil y rodeados de lujos se empaña pronto por los presuntos devaneos de Adrián y los celos y sospechas de Belén. Cuando ya no puede soportarlo más desaparece y sólo le deja un vídeo de despedida. Mientras la policía investiga la desaparición de la chica, él encuentra consuelo en Fabiana, una bella camarera que se traslada a la mansión del músico. Pronto Fabiana empieza a sentir que una presencia la persigue en la casa.

La película, que se vehicula en torno al daño que pueden provocar la obsesión y los celos adolece de numerosas lagunas en un guión que entretiene, pero que no termina de convencer. Gran parte de la culpa la tiene una primera parte en la que toda la tensión que se pretende crear se pierde por elementos externos al argumento en sí: las interpretaciones del español Quim Gutiérrez y la colombiana Martina García no son para nada creibles, resultan forzadas; y por otro lado, el tiempo atmosférico que rodea cada noche a la mansión (clave en la historia), es de chiste, con unos truenos que provocan la carcajada más de una vez. No es hasta que no aparece Clara Lago cuando la trama comienza a ganar interés. Ella es la única que te cree, la que te transmite todo lo que su personaje siente y padece en su desdichada existencia.

El montaje de la cinta tiene el acierto de narrar las historias desde tres perspectivas: primero desde el dolor por la pérdida de Adrián, después desde los ojos de Fabiana y, finalmente, la de Belén. Ello conlleva viajes atrás en el tiempo, que añaden datos a la información que hasta entonces teníamos y que ayudan a comprender mejor toda la historia.

Pero claro, todo se viene abajo si esto no se tiene en consideración a la hora de la promoción. Lo mejor para La cara oculta hubiera sido no contar demasiado del argumento, no saber prácticamente nada antes de verla. Pero si en el mismo trailer que publicita el filme se destripan partes indispensables del mismo, escenas que en la cinta suceden bastante avanzado el metraje y que no deberíamos conocer con antelación, de poco sirve todo el cuidado al contar lo preciso en el momento oportuno.

La cara oculta es una cinta que se pretendía interesante, pero que sólo entretiene. Una historia con lagunas, que empieza bastante mal, que va mejorando poco a poco, pero que no termina por convencer. Correctamente dirigida, no tan bien contada, con elementos que se podrían pulir sin problemas y con unas interpretaciones (si exceptuamos a Clara Lago, que es la única que destaca) que dejan bastante que desear. Baiz apunta maneras, pero aún tiene cosas que aprender.

 

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