Periplo espectacular entre Oslo y Bergen
Noruega es un país que impone, su naturaleza virgen, salvaje e intacta nos impresiona. Los Fiordos, con mayúscula, son su mayor encanto.
El territorio noruego está recorrido por la cadena escandinava, que se extiende de norte a sur a lo largo del litoral. En la vertiente occidental la erosión glaciar cavó profundamente los valles muy por debajo del nivel actual del mar, dando origen al litoral de «fiordos», brazos de mar estrechos y profundos encuadrados por vertientes abruptas. El norte es recorrido por pequeños grupos de criadores de renos nómadas, los samis. La población se concentra en el sur, sobre todo en la región de Oslo.
Era un mes de octubre, un mes frío, lluvioso, un típico mes noruego. Venido de Suecia, me adentré en este país salvaje, de los antiguos vikingos, y lo intenté descubrir.
Oslo fue mi primer destino, es la capital de Noruega y constituye por sí sola un condado, situada en el centro de Escandinavia y rodeada de un paisaje magnífico, desde los fiordos hasta las colinas forestales. Oslo es una de las ciudades más viejas en Escandinavia y la única con una colonia urbana que se remonta a la Edad de los Vikingos
Sus museos, el trampolín de esquí de Holmenkollena, la atmósfera joven del viejo puerto, el original parque de esculturas de Gustav Vigeland, en Frogner, hacen de Oslo una ciudad agradable para pasear, para disfrutar, para visitar.
El gigantesco complejo artístico ubicado en el parque Frogner, es un mundo escultural de personas y animales en piedra, bronce y hierro.
De 22 metros de largo es el barco vikingo Oseberg, construido cerca del año 850, y que está expuesto en La Casa de los Barcos Vikingos en Bygdøy.
Desde Oslo me trasladé a Bergen, en la costa occidental. El paisaje es espectacular: montañas, bosques, lagos, y todo esto en un marco de lluvia, mucha lluvia. Todo verde, y con un cielo gris, apagado, como de noche.
Bergen, la capital cultural de los fiordos. Ciudad histórica protegida por la UNESCO. La ciudad se sitúa en la costa sudoeste de Noruega, en el valle formado por un grupo de montañas conocido colectivamente como "las siete montañas", y es la puerta de entrada para visitar los fiordos.
Sin lugar a dudas, cuando llegamos a Bergen, rápidamente y casi sin pensar queremos visitar el Bryggen (el Muelle), uno de los barrios europeos más conocidos de la edad Media. Aquí vivían los comerciantes hanseáticos entre 1350 y 1764. Figura en la lista que la UNESCO elabora sobre los monumentos culturales mundiales más dignos de conservación. Junto a éste, el mercado del pescado con abundante pescado, flores, fruta, verduras, pieles, recuerdos, joyas y artesanía. El colorido de sus casas junto al mar, los tenderetes y todo el ambiente de la zona, hacen de éste un lugar ideal para pasear y disfrutar.
El funicular "Fløibanen" nos sube desde el centro hasta el monte Fløifjellet (320 m sobre el nivel del mar) en 8 minutos. Tiene unas impresionantes vistas sobre Bergen y alrededores.
Hay lugares mágicos, inolvidables y que los años nunca logran hacer olvidar. Bellos entre los más bellos. Espectacular, impresionante. Sí, sin lugar a dudas, estoy hablando de los FIORDOS.