La tragedia griega de Lanthimos

EL SACRIFICIO DE UN CIERVO

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No descubrimos nada nuevo si decimos que el cine de Yorgos Lanthimos no es plato adecuado para cualquiera. Las historias que nos cuenta el griego (su modo de contarlo) es difícil de digerir, como ya ha demostrado en anteriores ocasiones y ello ocasiona que tenga tantos seguidores como detractores.

Con su última creación, Lanthimos se interna quizás un paso más en ese universo perturbador que tanto nos gusta. A pesar del mal rato (malísimo) que nos hace pasar.
En esto Lanthimos no es el único. El cine griego lleva años inmerso en una época dorada, con varios realizadores que están cosechando éxito internacional y que comparten una mirada oscura. Aunque es Lanthimos, sin duda, el nombre que encabeza esta Nueva Ola del cine heleno.

Es esta una película de la que no conviene contar mucho para no estropear la sorpresa. Así que contemos sólo que Steven es un prestigioso cirujano, casado con Anna, una oftalmóloga de éxito, con la que comparte dos hijos. Cuando Steven entable amistad con Martin, un adolescente sin padre a quien decide proteger, los acontecimientos empezarán a precipitarse, empujándole a tomar una decisión que cambiará la vida de todos.

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Reino Unido-Irlanda-Estados Unidos, 2017 (121′)
Título original: The killing of a sacred deer.
Dirección: Yorgos Lanthimos.
Producción: Ed Guiney, Yorgos Lanthimos, Andrew Lowe.
Guión: Yorgos Lanthimos, Efthymis Filippou.
Fotografía: Thimios Bakatakis.
Música: Yorgos Mavropsaridis.
Montaje: Margot Meynier, Hervé de Luze.
Intérpretes: Nicole Kidman (Anna Murphy), Colin Farrell (Steven Murphy), Barry Keoghan (Martin), Alicia Silverstone (Madre de Martin), Raffey Cassidy (Kim), Sunny Suljic (Bob), Bill Camp (Matthew).

Melodrama con toques de thriller e incluso de terror, Lanthimos nos muestra una historia perturbadora, que mantiene una fuerte tensión durante todo el metraje: por la construcción de los planos, por el modo en que los personajes se expresan y se relacionan, y por una banda sonora inquietante pero sin la más mínima estridencia.

Con un trabajo visual magnífico y arrollador, las imágenes creadas por Lanthimos nos recuerdan en muchos momentos a Kubrick, a Malick, a Haneke, a Buñuel, a Dreyer… y monta, en un ambiente aparentemente modélico, una historia despiadada, turbia, muy negra en toda su luminosidad, y en la que el sacrificio del título es la metáfora (con ciertas reminiscencias bíblicas) con la que el griego nos hace pensar a qué estaríamos dispuestos a renunciar por mantener nuestro bienestar.

Brillante, desoladora, fría y precisa, Lanthimos nos ofrece una despiadada e inmisericorde tragedia hipnótica, una cinta de terror psicológico, que te hace sentir mal desde el primer momento, que hace que te plantees muchas cosas, que te revuelve el estómago a la vez que te arranca una sonrisa (a pesar de que el humor oscuro y desolador de otras ocasiones, aquí no está presente) que hace que te sientas terriblemente mal porque la situación no es la adecuada, y que consigue que, pese a todo, no seas capaz de retirar la mirada de la pantalla.

El Sacrificio de un Ciervo

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