Ni el calor ni los problemas con la climatización pudieron, el pasado sábado, con la devoción artística que le tiene su público al cantante nazareno Eduardo Ortega.
Volvía a reencontrarse con su gente tras una nueva ausencia por motivos profesionales en México y les regaló dos horas de concierto, en el que cantó los temas de sus últimos discos y clásicos de siempre. Sorprendiendo a los presentes con una versión de Mecano.
Todo ello, de una manera más acústica, a piano, guitarra y percusión, que mostró su faceta más íntima sobre el escenario.