Hoy le hablaron bien de ti, de tu esfuerzo y tu talento, de la entrega en cuanto anhelas; ilusiones y proyectos. Hoy le hablaron bien de ti, muy a pesar de tu lamento; la caricia de la brisa fruto del presentimiento. Lapidado de paciencia sobrevives todavía; cultivando la esperanza que aún emana tu bondad, combatiendo la pobreza, resistiendo en apariencia; consumiendo en tu agonía la ocasión para emigrar.
Fuiste nudo en su garganta; sentimiento mal herido, la impotencia y desatino de querer estar contigo. Ser padrino en la distancia fue tan sólo ser tu amigo, pero el sueño hoy desvanece derramado en el camino. Si asumieran que tu vida ya se encuentra atardeciendo, si supieran cuánto hoy todos cuando mueras perderemos. Si olvidasen por completo los colores del dinero, si gastasen sólo el tiempo reflejándose a un espejo.
Hoy lavamos la conciencia junto al mar de la inocencia; tan inmenso como incierto para con la realidad. Hoy vivimos sin medida junto al sol que más calienta, sin que a nadie importe acaso cómo al débil ayudar. Razonamos a destiempo su pasado al descubierto, somos siempre lo primero; luego tal vez alguien más. Concebimos nuestro mundo sin contar con el tercero, sin que al menos la empatía prueben experimentar.
Dibujaste el horizonte con la luz de la mañana, pero ya hoy te hiciste noche malogrando cuanto amabas. Nadie fue a tender su mano… suficiente humanidad, y es que “Dios” está en nosotros sólo cuando es Navidad. Mientras tantos ni siquiera se preocupan por entonces, pronto el año se hace eterno para quien no tiene nombre. Sin embargo somos “buenos” (fieles de la hipocresía); cultivando en tu apariencia la mayor de las mentiras.
Hoy te ha visto en las noticias, mas también te vio delgado, mucho más desfallecido y algo más deteriorado. Nuevo rostro, nuevo acento… pero sigues siendo tú; quien tan sólo castigaron por haber nacido al sur. Allí quedas para siempre, donde quiebran la esperanza; la que duerme entre recuerdos que alimentan su añoranza. Sólo el tiempo y la paciencia deja todo en su lugar, me lo dice la experiencia… bien aquí o en la eternidad.
A “Darwin”.
