Fiel a su cita anual, aunque algo más temprano que en otras ocasiones (sus filmes suelen llegar a las salas a mediados o finales de octubre, cuando no más tarde, al menos desde que entramos en el siglo XXI), se estrena la penúltima película de Woody Allen (ya está ultimando el montaje de su nueva obra, Whatever works, con la que vuelve a su querida Manhattan tras cuatro filmes rodados en Europa). Vicky Cristina Barcelona es una película “de encargo” que, sin embargo, tiene retazos del mejor Allen, si bien también adolece de elementos que la lastran en demasía.
España-Estados Unidos, 2008. (96’)
Título original: Vicky Cristina Barcelona.
Escrita y dirigida por: Woody Allen. Producción: Letty Aronson, Stephen Tenenbaum, Gareth Wiley. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Música: Giulia y los Tellarini.
Montaje: Alisa Lepselter. Intérpretes: Javier Bardem (Juan Antonio), Scarlett Johansson (Cristina), Regina Hall (Vicky), Penélope Cruz (María Elena), Patricia Clarkson (Judy Nash), Kevin Dunn (Mark Nash), Chris Messina (Doug), Julio Perillán (Charles), Josep Maria Doménech (Julio).
Vicky y Cristina son dos amigas neoyorquinas que llegan a Barcelona para pasar las vacaciones de verano en casa de una familiar de la primera. Vicky es una chica tradicional, intelectual, prometida a un joven ejecutivo con el que planea casarse en breve. Cristina es su polo opuesto, liberal y aventurera en el terreno emocional y sexual, busca algo, no sabe exactamente lo que quiere, pero sí lo que no quiere: ser como Vicky. En Barcelona conocen a Juan Antonio, un pintor bohemio que ha tenido un divorcio conflictivo, quien les ofrece a las chicas enseñarles la ciudad y una relación a tres bandas. Sólo Vicky acepta, pero cuando la unión parece ir viento en popa, aparece de nuevo en la vida del pintor su ex-mujer, María Elena, que acaba de intentar suicidarse, y que, como no tiene donde quedarse, deberá hacerlo en la casa en la que él convive con Cristina.
Lo primero que choca en la cinta es el hecho, poco habitual, de que esté contada con voz en off por un narrador omnisciente, al estilo de la literatura. Ésta es una arma de doble filo que se vuelve contra el bueno de Woody. Si bien en un principio sorprende, precisamente por lo poco habitual del recurso, y puede llegar a enganchar al guiarnos y dirigirnos por la historia, pronto se vuelve pesada, cansina, cuenta más de lo que debe, ya que el espectador desea ver qué ocurre, no que se lo cuenten.
La primera parte de Vicky Cristina Barcelona no es más que una postal turística, fantásticamente rodada, eso sí, de la ciudad condal, acercándose bastante a un documental de viajes. Poco después, entra en acción Javier Bardem y la película sube bastante en interés. El actor canario da una gran intensidad a su personaje, lo hace interesante, pese a no ser más que el arquetípico latino seductor y de que en determinados momentos parece algo apático. Eso sí, no tanto como Scarlett Johansson, cuya interpretación es bastante floja (la peor de las tres cintas que ha rodado con Allen), sobre todo desde que entra en escena Penélope, a la que sólo se puede definir con una palabra: soberbia. Aunque, para el que les escribe, la verdadera sorpresa de la película es una fascinante (y hermosísima) Rebecca Hall, que quizás, aunque nadie cuente con ella, es el personaje más complejo de la historia.
Si tienen la ocasión, no se pierdan la película en versión original. Las continuas peleas de Bardem y Cruz, mezclando el español y el inglés, en escenas casi sin cortes, son lo mejor de la cinta, sobre todo ese momento inolvidable en el que Pe (parece que le sale del alma) le espeta a Scarlett (hasta tres veces en la misma frase, con Bardem presente, y en un castizo español) un “niñata de mierda” que deja con la boca abierta y provoca alguna sonrisa.
Woody Allen realiza una divertida y sexy reflexión sobre las relaciones afectivas, cargada de humor negro y con un final ciertamente melancólico y algo desesperanzador. No es el mejor Allen, eso es cierto, pero está por encima de sus dos anteriores filmes, Scoop y Cassandra’s dream. Además, siempre es un placer ver una cinta del maestro de Manhattan.