Un grupo de investigadores del Instituto de Ciencias del Patrimonio (INCIPIT) del CSIC y la Universidad de Barcelona (UB) han traído a Dos Hermanas el proyecto Estudio arqueológico del complejo de campos de concentración franquistas del canal del Bajo Guadalquivir (Sevilla), financiado por el Ministerio de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, en el que se está llevando a cabo una intervención arqueológica en el campo de concentración de Los Merinales. Se desarrolla, además, dentro del marco del proyecto del Plan Estatal de Investigacion Científica y Técnica del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades DES- ALAMBRAR: Mas allá de las alambradas. Una arqueología comparada de los campos de concentración franquistas.
Financiado por el Ministerio de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, con este proyecto se intenta «a través de la arqueología y la antropología social y cultural hacer un estudio del pasado, de la represión, de la violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura a partir de los restos materiales y la arqueología».
Mucha investigación previa
Este proyecto llega a Dos Hermanas a petición de Cecilio Gordillo, del grupo de trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía, creado por el sindicato CGT. Los trabajos comenzaron el pasado día 11 y se llevarán a cabo, en una primera campaña, hasta el próximo viernes, día 26. Aunque se trata de un proyecto a largo plazo y que se desarrollará, en un principio, según lo aprobado hasta la fecha, hasta el próximo año 2025.
Para dar a conocer el proyecto, el pasado sábado, día, 20, se llevó a cabo una jornada de puertas abiertas en el lugar en el que se ubicó el campo de concentración de Los Merinales, al que acudieron familiares de los presos y ciudadanía en general, así como representación institucional, en la persona del concejal de Hacienda y Participación Ciudadana del Ayuntamiento, Juan Antonio Vilches.
El grupo de investigación, según explicó su responsable, Laura Muñoz Encinar, llega «con el terreno arado», ya que «hay un buen bagage documental, gracias a fuentes de investigación y orales». A todo este trabajo de más de 20 años, este proyecto pretende «aportar muchos matices con el conocimiento de la materialidad, ya que los arqueólogo estudiamos lo que sucedió en el pasado a través de los restos materiales, ya sean arquitectónicos o de la vida cotidiana». Sin dejar de lado la antropología, ya que, como explicó Laura, «nos interesa mucho entender cómo se configura la sociedad del entorno, ya que las familias se instalan en los barrios próximos al campo de concentración, como Fuente del Rey o Bellavista».
Ocho campos de concentración de Sevilla
En la intervención arqueológica, pura y dura, el proyecto se va a interesar por los ocho campos de concentración que se establecen para la construcción del Canal del Bajo Ǵuadalquivir, «con la geolocalización, mediante técnica punta, para saber dónde se ubicaron y qué queda de ellos», añadió la responsable del proyecto. Empezando por el de Los Merinales por «ser el que más duró en el tiempo, hasta los años 60, realojándose posteriormente familias por las inundaciones hasta los años 70, y el que está mejor conservado, al quedar el espacio abandonado y no construirse encima».
Al no conservarse un plano de cómo era el campo de concentración, los trabajos se han apoyado en una fotografía aérea que existe de la segunda serie del llamado Vuelo Americano realizado en los años 50 y en un croqui que se hizo del mismo en un Consejo de Guerra por un intento de fuga de algunos de los presos.
Partiendo de este material, lo que se está haciendo es una inspección superfical del terreno, lo que se conoce como una prospeccióna arqueológica, para ver lo que queda conservado en superficie. Mediante una «inspección visual«, comenta Laura, «se va documentando todo lo que queda en superficie, como un muro o un suelo de hormigón, pero también objetos, como una lata, una herramienta, un alambre, un botón o una placa de una máquina». Con todo esto, el grupo de investigación podrá determinar en esta primera campaña «de lo que había, qué es lo que queda conservado y qué uso tenía cada uno de los espacios».
Primeras hipótesis de la intervención arqueológica
Hasta la fecha, lo que se ha visto que queda conservado en esta intervención arqueológica se organiza en tres zonas de actuación. Un espacio de talleres, forja, carpintería; otra de control y administración; y una tercera dedicada a la vida cotidiana de los presos, con los barracones, cocinas o duchas. Uno de los edifcios mejor conservados a la entrada del campo, según ese croqui del Consejo de Guerra, sería donde estaría el economato y una zona de intendencia.
Había otros edificios no preservados por la ampliación de la carretera, que se ha comido parte del campo, pero quedan restos de lo que podría ser un almacén de cemento. También queda una estructura conservada en planta, con dos accesos con escaleras de una zona de oficina, así como otras dos grandes estructuras que van hacia al canal, que es donde estarían los talleres, «donde se han encontrado muchas escorias de hierro y fundición de herramientas, placas o chapas». También hay una superficie de cemento de unos 50 metros que correspondería a una gran nave de almacenamiento.
Además de otra zona, en la que se ha generado una escombrera, donde estaría el barracón donde dormían los presos, con zona de cocina y duchas, pero que no se ve, aunque se ha documentado una cimentación y una zapata. Así como otra estructura más al fondo, donde estaba la zona de enfermería y botiquín.
Al otro lado del camino, hay una serie de estructuras de la zona de administración del campo y zona de oficina y edificio general de control, así como de un espacio de almacenamiento relacionado con policía armada y vigilancia.
Las excavaciones de este proyecto han comenzado por unas letrinas, ya que «están muy bien conservadas y porque, normalmente, son zonas de basureros, de elementos de abandono, ya que la basura es lo que más habla de nosotros y de cómo es nuestra sociedad». También se quiere hacer uso de drones para «un estudio visual del terreno desde la superficie, ya que muchas veces lo que no ves desde abajo lo haces desde arriba».
Una vez que se lleven a cabo las excavaciones, el primer nivel que se encontrará en el terreno será el de la última ocupación, el de las familias realojadas en la zona y, debajo, el último nivel del uso del campo de concentración«. Todo ello «nos va a aportar muchos matices de cómo era la vida cotidiana dentro del campo y qué uso se daba a los espacios, además de las conexiones con fuera para ver cómo sufrían esa violencia las familias que venían a traerles comida y ropa a sus familiares, para mostrar la globalidad y magnitud de la represión«.
Siguientes pasos
Tras esta prospección y primeras excavaciones de esta campaña inicial, el grupo de trabajo analizará toda la información de la intervención arqueológica y se seguirá documentando para determinar por dónde seguir en próximas campañas. No descartándose que, al finalizar el proyecto, se pudiera plantear una reconstrucción virtual de cómo era el campo de concentración de Los Merinales. Además, dentro de los resultados de este tipo de proyectos, hay una parte muy importante que es la de la divulgación y la transferencia de la investigación y la historia. Por lo que se contempla poder organizar la visita de grupos de estudiantes y hacer una guía didáctica.