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Dos Hermanas ha vuelto a demostrar el amor grande que le tiene a sus raíces en una jornada para la historia en torno a sus dos advociones centrales: Santa Ana y Valme. Patrona y Protectora regresaban este sábado, día 9, del Monasterio de San José de Las Carmelitas, donde se habian encontrado con motivo del V centenario de la hermandad de la Santa y el 50 Aniversario de la Coronación de Valme. El pueblo se echó a la calle para recibir a las dos imágenes que regresaron una detrás de la otra, pero fueron las hermandades a las que saludaron a su paso las que lograron juntarlas en este traslado de vuelta a casa.

La jornada comenzaba a las ocho de la tarde, cuando el exterior del monasterio acogió una misa, presidida por las dos Imágenes en sus andas, que estuvo oficiada por el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses. El patio de Las Carmelitas se fue llenando de público para vivir este momento histórico, que contó con la presencia del alcalde de la ciudad, Francisco Rodríguez García, y una representación de la corporación municipal. Una misa que estuvo amenizada musicalmente por los cantos del coro de la Hermandad de Valme.

Durante su homilía, el arzobispo insistió en el «amor fraterno» y «la corresponsabilidad» en el camino de la vida cristiana, ayudando a los demás cuando «la oveja se aparta del camino». Un acto, apuntó, «que es muy impopular y por eso nos cuesta tanto». José Ángel añadió que actos como este deben servir para «orar juntos y dar testimonio de fe público sin complejos», además de «para renovar el amor y la fe en Cristo, la Virgen de Valme y su madre, Santa Ana».

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Entrega de recuerdos

Durante la misa, se produjo la entrega de algunos presentes. La Hermandad del Rocío de Dos Hermanas, en la figura de su hermano mayor, José Antonio Alonso Cardona, regaló a las hermandades de Valme y Santa Ana un broche con la medalla de la corporación rociera y los corales tan típicos del Simpecado nazareno.

Por su parte, la hermandad de la Patrona regaló a la de la Protectora, otro broche que reproduce la cruz que apareció en la cueva junto a Santa Ana y que también fue entregado a Las Carmelitas, recogiéndolo la hermana Natalia. Las monjas del monasterio también entregaron a las dos hermandades que las han visitado estos días el escudo de su orden, que ha realizado el orfebre Juan Lozano.

El hermano mayor de Valme, Hugo Santos Gil, recordó que no era la primera vez que ambas imágenes estaban juntas. En 2019, con motivo del 150 aniversario de la llegada definitiva de la virgen fernandina a Dos Hermanas, Valme visitó a Santa Ana en su capilla. Por ello, quiso dar las gracias a la corporación de la Patrona «por compartir esta jornada histórica, asegurando que todo ha sido como debe ser: «un ejemplo de fraternidad entre las dos hermandades para transmitir la esencia de Dos Hermanas».

Eva María Ramírez, hermana mayor de Santa Ana, entre sus agradacimientos, tuvo palabras para «el pueblo de Dos Hermanas que nos ha acompañado estos días, demostrando el amor grande que le tiene a sus raíces». Insistiendo en la idea de que la dos hermandades sean «ejemplo de fraternidad y de que cómo dos advociones pueden permanecer unidas y se puede querer a las dos, ya que la máxima de un buen cristiano es el amor».

Regreso a Sta. Mª Magdalena

Tras las fotos oficiales de rigor y con una hora de retraso, sobre el horario previsto, se puso en marcha el regreso a la Parroquia de Santa María Magdalena. Fuera, el pueblo aguardaba la salida de las dos imágenes, esperando esa estampa inédita e histórica de las dos juntas, que no se produciría hasta bien entrada la madrugada. La primera en salir fue Santa Ana, que siguió su camino, mientras que Valme seguía aún dentro en el monasterio, emprendiendo la marcha a continuación.

Ambas imágenes, rodeadas de mucho público, llevaron durante el traslado ritmos diferentes, con una distancia considerable entre la una y la otra, echando en falta, quizás, esa fraternidad entre las dos comitivas, en la que tanto se insistió durante la misa.

A pesar del retraso acumulado, el cortejo llegó con celeridad al centro de la ciudad. Allí se vivieron los momentos más intensos del cierre de esta jornada histórica. En la calle Botica se sucedieron los cantos a las dos advociones por parte de dos chicas desde un balcón y del coro de Valme desde la terraza de la Peña Bética, quien realizó una ofrenda de flores a las dos.

Pero sería en la calle Aníbal González cuando se produciría por primera vez el momento que el público esperaba: ver a Valme y Santa Ana una junta a la otra. Fue en la presentación ante la casa hermandad de Oración en el Huerto. Primero llegó la Patrona y, gracias a un pasillo realizado por la Policía Nacional se facilitó el acceso de las andas de la Patrotectora, que se colocó junto a la de su madre. Esta estampa, también se repitió en las casas hermandades de La Borriquita, en Mellizas, y Santo Entierro, en calle Real.

A las dos de la madrugada, se producía la entrada en la Parroquia de Santa María Magdalena. Valme y Santa Ana se despedían de su pueblo. Mientras la Abuela entraba en el templo, su hija la contemplaba frente a la parroquia para seguirla, reposando juntas de esta experiencia histórica en la Capilla del Sagrario.

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