Hace 78 años moría, en una cárcel franquista, el poeta y dramaturgo alicantino Miguel Hernández, y quisiera recordar unos versos suyos: «Aunque el otoño de la historia cubra vuestras tumbas con el aparente polvo del olvido, jamás renunciaremos ni al más viejo de nuestros sueños», y ese sueño no es otro que la proclamación de la III República en nuestro país.
Luchar por una III República española no es sólo una lucha por cambiar la Jefatura del Estado (de monarca a presidente), aunque podamos aprovechar para recordar los múltiples casos de corrupción que han protagonizado en los últimos años no sólo el rey emérito sino su familia. Ésta es, sobre todo, una lucha para implantar el imperio de la Ley, la Justicia y la Igualdad, acabando con los problemas que padece el Estado español desde el siglo XIX y que, a día de hoy, aún no se han solucionado.
La proclamación de una República significa más democracia, al hacerse efectivos artículos que no se cumplen como el artículo 14 que defiende la igualdad de todos los Españoles, pero el rey es una persona inviolable y a la Jefatura del Estado no se puede acceder sino es por herencia biológica), así mismo debemos subrayar el anacrónico artículo 57 que defiende, en pleno siglo XXI, la primacía del varón sobre la mujer.
La República supone el desarrollo de una Educación pública, universal, gratuita y laica que difunda los valores cívicos que ésta representa y que son tan necesarios en la época de crisis como la que lamentablemente estamos viviendo.
Así mismo, la defensa de una Sanidad universal y gratuita, con la fortaleza necesaria apra ser eficaz ante emergencias sanitarias. Una sanidad como uno de los pilares en los que la población pueda sentirse segura, lehos de las acuciante emergencias santirias.
La República significa no abandonar a los más necesitados. Para ello es necesario la promulgación de una verdadera Ley de Dependencia, un Subsidio de desempleo digno y unos Servicios Sociales que atiendan a las necesidades reales del pueblo.
Es su defensa de la Paz, que abandona definitivamente la guerra, como instrumento de política internacional sustituyéndole, inexorablemente, la cooperación entre los países.
La República apuesta por un modelo de Estado federal, multilinguistico y multicultural que integre a los distintios pueblos y naciones que se encuentran en el Estado español, reflejo de una rica diversidad cultural y con capacidad de recibir con los brazos abiertos a los pueblos que quieran vivir en ella
Para que todo esto sea posible se hace necesario un Estado del bienestar fuerte, basado en la progresividad de los impuestos. Gracias a éstos se podrá llevar a cabo una auténtica política de equidad con la que mejorar las condiciones materiales de la clase trabajadora y de esta forma no sólo poder llevar a cabo los ideales de Igualdad, Libertad y Fraternidad sino también Solidaridad.