Hace poco más de un mes, me estaba subiendo a un atril para prometer el cargo de concejala por el grupo municipal Adelante Dos Hermanas. Entonces, la palabra Coronavirus ya sonaba en los medios y la consternación y preocupación estaban cada vez más presentes en nuestro día a día con las noticias que iban viniendo desde oriente, pero ni si quiera imaginaba que la situación iba a ser la que actualmente estamos viviendo.
Al principio todo son dudas. Haces caso de las indicaciones del Gobierno central y te quedas en casa. Te intentas poner una rutina. Estar en comunicación constante con el resto del grupo. Hacer reuniones telemáticas y repartir tareas. Estar constantemente informada de lo que va ocurriendo en nuestra ciudad. Hacer una lista de ideas y futuras medidas para cuando todo esto acabe, poder llevarlas a la práctica… Pero todo parece insuficiente.
La incertidumbre que crea la ausencia de información del Gobierno local desde el principio. Los millones de preguntas sin responder. La situación laboral de la gente pendiendo de un hilo. Las insuficientes medidas de protección para la gente que trabaja en muchos servicios que permanecen activos. La impotencia por aquellas mujeres maltratadas que tienen que vivir confinadas con su maltratador durante el estado de alarma, agravando sus situaciones. El miedo al contagio cada vez que vas a sacar al perro o a comprar el pan. La ausencia de ese abrazo de aquellas personas que ya hace un tiempo que no ves… La rutina se ve cada vez más nublada.
Hasta que no echas un vistazo a las redes, no te das cuenta de la cantidad de gente especializada en pandemia y virología que existe. También en asuntos políticos y jurídicos con la facilidad constante de señalar la culpa del virus y sus consecuencias. No soy yo quien deba juzgar si la manifestación del 8M en Madrid debía o no haberse celebrado, pero echar la culpa del incremento de los contagios, incluso de la Pandemia al Feminismo en general, me parece tan incoherente como aplaudir a la sanidad pública y seguir votando a quienes recortan sus servicios, del mismo modo que tampoco me parece coherente echarles la culpa a quienes también vieron posible celebrar partidos de fútbol o mítines en esos días.
No es tiempo de buscar culpables ni de regodearse en los errores ajenos. Es tiempo de buscar soluciones y quedarse con la esencia de quienes luchan para que la sociedad vaya a mejor. Entre esas personas que luchan, hay que destacar la labor del personal sanitario, del personal de tiendas de alimentación local y supermercados, de farmacias, de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, del profesorado que desde sus casas siguen manteniendo el feedback y motivando a su alumnado sin cesar, de aquellas familias con niños y niñas que hacen malabares para mantener la firmeza y que los más peques estén entretenidos/as y sin preocupaciones, de quienes se ponen a coser mascarillas, de quienes prestan sus servicios, o donan dinero, comida, entre otras ayudas a quienes más lo necesitan… Y un largo etcétera de personas, que por muy pequeña que sea su labor, iluminan la situación actual y hacen que toda lucha valga la pena.
En definitiva, estamos viviendo una época difícil y ahora más que nunca debemos estar a la altura, haciendo que cada gesto cuente y destacando la solidaridad y el sentido común por encima de todo. Por lo tanto, es el mejor momento para destacar la frase de “Lo personal es político”.