El lunes, día 5, a las 17:30, el Centro Cultural La Almona acoge la inauguración oficial de los actos del Día Internacional de la Mujer que organiza la Delegación de Igualdad. Una cita que contará, como invitada social, con Mabel Lozano, escritora y directora de cine muy activa en la lucha contra la trata y la explotación sexual de mujeres y niñas. Presentará su libro El Proxeneta y algunos de sus trabajos audiovisuales.
La conferencia de esta activista por la defensa de los derechos humanos será el primer acto de una semana intensa de actividades por el Día Internacional de la Mujer, que se sucederán el martes, día 6, con la celebración del Pleno Escolar por la Igualdad en el Ayuntamiento, a las 10:00 horas, o con el Cuentacuentos para la Igualdad, con la obra Ser Feliz, de Fátima Fernández Méndez e Ismael Canales García, ese mismo día en la Biblioteca de Montequinto a las 19:00 horas.
Va a recibir el Premio Meridiana que concede la Junta de Andalucía y su libro El Proxeneta se cuela como finalista de la Semana Negra de Gijón, ¿señales de que está haciendo bien las cosas?
Este tipo de cosas son muy motivadoras, pero, sobre todo, porque sigue el discurso en torno a los derechos humanos y se sigue sensibilizando a la gente sobre la trata y explotación de mujeres, algo que sigue sucediendo y que no se debería consentir.
Hace poco dijo que en su pueblo no había instituto pero sí prostíbulos. ¿En la falta de educación radica la clave de este problema?
Cuando yo estudiaba 8º de EGB en mi pueblo no había instituto y yo tuve que irme a Toledo a estudiar BUP. Cuando hice esas declaraciones no fue una crítica a nadie, sólo quería contextualizar una situación muy normalizada, con la que hemos crecido y seguimos viviendo, contemplando los burdeles en la carretera. ¿Cómo le explicas a una persona joven que eso es delito cuando siguen abiertos o hay anuncios en la prensa y octavillas en la luna del coche?
¿Qué le llevó a dar el paso e implicarse tanto con la trata y explotación de mujeres?
Cuando hace 12 años conocí a una chica que era víctima de esta trata de mujeres, que era explotada en un club a las afueras de Madrid, dónde le contaba a los clientes su situación y nadie hizo nada por ella. Así nació mi primer documental, el primero sobre la trata de mujeres en España.
Mi cine es un elemento transformador que debe llegar a la ciudadanía para acabar con la trata de mujeres
¿No teme el sentirse encasillada, abordando siempre un mismo tema?
No temo encasillarme porque la mujer, la violencia y la trata sea la espina dorsal de mi trabajo. Creí que había abordado este negocio desde todos los ámbitos hasta que apareció en mi vida un proxeneta. Tras muchos años investigando y hablando con muchos agentes de la trata de mujeres, lo que me contaba este proxeneta seguía sorprendiéndome.
¿En qué va a consistir su intervención en la inauguración de los actos del 8 de marzo?
Voy a hacer una firma de mi libro El Proxeneta y haré una especie de viaje por mis trabajos audiovisuales con diferentes focos de atención, como las víctimas, los clientes o la figura del proxeneta.
¿Es este contacto directo con la ciudadanía, la parte más importante de su labor?
Mi cine es un movimiento transformador que tiene que llegar a la ciudadanía para cambiar el delito de la trata a través de la educación. Con actos como éste lo que pretendo es generar debate y reflexión, logrando una ciudadanía proactiva, ya que necesitamos personas que se impliquen para intentar acabar con este problema que no va a desaparecer nunca, porque es un grandísimo negocio.
¿Está pensando ya en nuevos campos de trabajo?
De momento estoy centrada con el libro, que quiero que se edite en Latinoamérica, una pata importante de este tema, y acabamos de comenzar el rodaje del documental sobre El proxeneta, cuyo protagonista es una persona real. Con este trabajo estaré hasta el verano y luego hay que moverlo. Además, sigo con mis conferencias, con las que he estado por universidades de todo el mundo y por cientos de instituto. Una labor que me resulta muy gratificante, por lo que todo lo que venga, tiene que ponerse a la cola.